El proyecto Escuela de Carpinteros Tradicionales busca poner en valor el oficio y fortalecer su formación

escuela de carpinteros

23 de Noviembre, 2020

Las arquitectas Katerine Araya y Macarena Almonacid son las autoras del proyecto ganador del segundo lugar en el concurso Innovación en la SDLM 2020. La iniciativa, que ha sido ejecutada en Chiloé y Valdivia, combina clases teóricas y prácticas: los carpinteros aprenden sobre la historia de su oficio, patrimonio, patologías de la madera y su conservación, además de concretar lo aprendido en una visita en terreno a una construcción patrimonial.

Sin ir más lejos, Katerine Araya y Macarena Almonacid estuvieron la semana pasada en la Región de Los Ríos por dos motivos: por un lado, trabajando en el levantamiento crítico del edificio patrimonial ex cárcel de Isla Teja en Valdivia; y por el otro, Araya estuvo en la comuna San José de la Marquina realizando el desarme, clasificación y almacenamiento de dos construcciones de madera asociadas al Monumento Histórico Fuerte San Luis del Alba. Para las socias de la firma Almonacid y Araya Arquitectas Ltda. el estudio y conservación del patrimonio en madera no es una pasión que se desarrolle con ligereza.

Con “Escuela de Carpinteros Tradicionales” obtuvieron el segundo lugar (elegido por el jurado) en el concurso de Innovación de Madera21 en la Semana de la Madera 2020. La propuesta, que ha contado con la realización de un plan piloto en Chiloé en 2016 y una primera actividad oficial en Valdivia en 2018, busca potenciar y fortalecer el oficio carpintero de nuestro país a través de clases teóricas y prácticas.

Katerine Araya y Macarena Almonacid obtuvieron el segundo lugar en el concurso de Innovación / K. A.

Es la primera vez que participan en uno de los concursos de la SDLM y se enteraron de él por las redes sociales de Madera21. Atribuyen el triunfo a que el proyecto posee un “alto componente social”. “Creemos que este proyecto cautivó al jurado ya que es una iniciativa que contribuye a la transferencia de conocimientos y que además fomenta el uso de la madera en la arquitectura, la construcción y el patrimonio, convirtiéndose en un prototipo replicable, el que a modo de ‘semillero’, posibilita la reconversión laboral hacia una disciplina con arraigo cultural en gran parte del territorio nacional”, explican las arquitectas.

Gestión universitaria y comunitaria

El proyecto surgió de la experiencia previa de sus autoras en la dirección de Obras de Restauración en Iglesias de Chiloé en 2016, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, donde participaron talentosos carpinteros y conocedores de la madera. La iniciativa se concibe desde un enfoque teórico y práctico, cuyo objetivo principal es que los carpinteros profundicen en “técnicas tradicionales a base de empalmes y ensambles con las que se construyeron diversas edificaciones patrimoniales de madera en el sur de Chile”.

El proyecto surgió de la experiencia en las Obras de Restauración en Iglesias de Chiloé en 2016 / Katerine Araya

La experiencia piloto de Chiloé en 2016 se gestó en colaboración de la Universidad de los Lagos, donde el curso fue dirigido a 12 estudiantes del Técnico Universitario en Construcción y contó con la participación de cuatro carpinteros, quienes al finalizar las clases recibieron una certificación. Los requisitos fueron tener residencia en Chiloé y alguna experiencia en carpintería y/o construcción. Con clases todos los sábados, se efectuaron un total de 72 horas (durante dos meses) las cuales se dividieron en 24 teóricas y 48 prácticas, en nueve jornadas completas.

Katerine Araya y Macarena Almonacid, junto a Olivia Medina, diseñaron y desarrollaron las clases teóricas, ejercicios prácticos, construcción de prototipos y salidas a terreno. Los carpinteros Juan Cárcamo y Jorge Moreno guiaron la correcta ejecución de los ejercicios implementados en las clases prácticas. También se contó con la participación del historiador Felipe Montiel para abordar temáticas referidas al patrimonio cultural, y Patricio Astaburuaga, quien enseñó sobre patologías de la madera en la visita a la Iglesia de Castro.

La experiencia en Valdivia en 2018, de la mano de la Universidad Austral de Chile, contó con más de 600 postulaciones donde finalmente participaron 60 personas en dos cursos de 30, tanto personas con o sin experiencia en carpintería, como alumnos de la Facultad de Arquitectura y Facultad de Ciencias Forestales y Recursos Naturales de la UACh. Este curso intensivo tuvo una duración de una semana en cada ciclo, con clases de lunes a viernes en jornada completa (teóricas por las mañanas y talleres prácticos por las tardes).

Un oficio que sobrevive al tiempo

La carpintería es un oficio muy bien valorado en el sur de Chile / Katerine Araya

Las arquitectas perciben la carpintería como un oficio que, al menos en el sur de Chile, “es bien valorado y bastante cotizado”, idea que articula el objetivo del proyecto. “Los conocimientos son adquiridos de manera transgeneracional, sin escuelas formales de por medio. En este momento, no existe en Chile un curso que permita entregar este tipo de conocimientos, y además certificar a carpinteros de alguna manera, como se hace en otros países. En el caso de Chiloé, este oficio es de larga tradición”, explican. La carpintería está asociada a la construcción de edificaciones en madera, por lo que un carpintero “puede abordar desde la obra gruesa hasta las terminaciones de las construcciones. Puede suceder que algunos carpinteros desarrollen mayores habilidades en relación a las estructuras y la obra gruesa, y otros sean más hábiles en los detalles”.

De la experiencia trabajando con carpinteros en Chiloé, Araya y Almonacid destacan sus fortalezas: “Poseen conocimientos empíricos respecto a especies madereras, épocas de tala y usos específicos del material y su comportamiento, ya sea para uso estructural o de terminaciones. Asimismo, los carpinteros tienen como hábito transmitir el conocimiento por medio del trabajo en conjunto entre maestros mayores y aprendices, asegurando la continuidad del oficio en el tiempo”. Los aspectos que se podrían mejorar, argumentan, están asociados a “la profesionalización del oficio, que dotarían a los carpinteros de competencias técnicas y conocimientos teóricos que les permitan desarrollar de mejor manera su oficio y desenvolverse de manera más segura en el mundo laboral actual”.

Los desafíos del Patrimonio en madera en Chile

Por su trabajo, el tipo de construcción patrimonial predilecto de estas arquitectas son las iglesias, específicamente las de Chiloé. “Son fuente de mucho conocimiento sobre el uso de maderas y sistemas constructivos tradicionales, sobre la historia de Chiloé y sobre las tradiciones asociadas a estos inmuebles”, comentan.

Chile ha avanzado bastante en conservación del patrimonio / Katerine Araya

Según explican, en general en Chile se ha avanzado bastante en las últimas décadas sobre el tema de la conservación del patrimonio; sin embargo, “se sigue favoreciendo la ejecución de obras de restauración sobre planes de mantención que, en el caso de construcciones en madera resultan vitales para seguir contando en el tiempo con estos inmuebles. Las iglesias de Chiloé que durante algunos años contaron con financiamiento para obras de restauración, en el último tiempo no tienen fondos para labores de mantención periódica y la política de fondos concursables permite ejecutar sólo una o dos obras en el año. Para un Sitio Patrimonio de la Humanidad, con 16 iglesias asociadas y un elenco de 152 iglesias en total, con los mismos valores patrimoniales resulta ser muy insuficiente”, aclaran.

Para las autoras del proyecto, en Chile el mercado de productos para combatir las patologías que afectan la salud y conservación de la madera (como xilófagos y hongos de pudrición), sigue siendo especializado y pequeño. Lo que está muy pendiente, afirman, es la protección contra incendios en edificios patrimoniales de madera. “Tuvimos la suerte de estudiar y ver mecanismos de protección contra incendios que utilizan en Polonia, en otro Sitio Patrimonio de la Humanidad de Iglesias de Madera, muy similar en el contexto a nuestras iglesias chilotas y perfectamente aplicables a la realidad local”.

En cuanto al futuro del proyecto, sus autoras proyectan continuar gestando alianzas con universidades para que este pueda funcionar. De tener un lugar físico establecido, este sería en Chiloé. “Por ahora la idea de un lugar físico sigue siendo un sueño. Hemos postulado la iniciativa a varios fondos concursables para repetir la experiencia el próximo año. Esperamos que así sea”, enfatizan. El programa de estudios diseñado permite generar diferentes niveles de certificación: aprendiz de carpintero tradicional, carpintero tradicional y maestro mayor tradicional. Y por qué no, afirman las arquitectas, desarrollar en un futuro este curso como una carrera profesional.


Escrito por Diego Zúñiga
Fotografía principal cortesía Katerine Araya

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