Tomás Villalón expone que la madera destaca como material novedoso, por su montaje y su sustentabilidad

Tomas Villalon

Tomás Villalón, director del concurso de Arquitectura en la Semana de la Madera 2020 organizada por Madera 21 de Corma, se refirió a los aspectos que caracterizan a la versión de este año, marcada por la pandemia y su temática principal: “Nuevos espacios educativos para Formación Técnica”.

Si pudiera resumir la versión de este año en una palabra, esta sería “flexible”. Así lo afirma Tomás Villalón, director del XV Concurso de Arquitectura de Madera21 de Corma enmarcado en la Semana de la Madera 2020. Flexible no solo en requerimientos de postulación, como el hecho de ya no requerir una maqueta física, sino que también en la exploración de otros formatos que permitan una óptima presentación de los proyectos.

“Por ejemplo —dice Villalón, de respuestas largas y cordiales—, para este año incorporamos una lámina adicional donde los estudiantes pueden incluir toda la información que perderán al no poder presentar la maqueta, ya sea material gráfico o de fotomontaje. Incluso, quienes la tengan lista, pueden incluirla con fotografías u otras maneras que estimen convenientes”.

Y es que este concurso ha sabido adaptarse a los cambios de era, ya que existe ininterrumpidamente desde 2006. La actual pandemia por el COVID-19 no es la excepción, tomando decisiones que permitan mantener los mismos objetivos: estudiar e investigar la arquitectura en madera como una herramienta clave para el desarrollo y la innovación en el país.

“Para mí la palabra competencia no es muy buena, ocuparía otra que esté más ligada al ejercicio académico. Esto trata fundamentalmente de ir a encontrarte con tus pares de otras escuelas. En ese escenario, es muy valioso ver las entregas del resto, aprovechar el feedback de otros, conocer estudiantes de otras universidades y, por cierto, donde también hay un intermediario muy válido como Madera21 de Corma, que es parte de la industria y ofrece un conocimiento complementario. Todo esto hace que el concurso tenga una condición real y profesional”.

Fotografía de Tomás Villalón / T.V.

–¿Qué significa eso a la hora de pensar en la entrega final?

–Que no es especulativo. Los casos y temas que se han tratado históricamente en el concurso son reales y tienden a friccionar críticamente lo que sucede hoy en día, porque justamente el mandato del concurso es que sean proyectos que se puedan edificar.

–Como sabemos, este año el tema principal del concurso es “Nuevos espacios educativos para Formación Técnica”. Pensando en las postulaciones, ¿dónde recomienda poner la mirada para tener un buen desempeño en esta actividad?

–En primer lugar, la elección del caso es uno de los elementos estratégicos, lo que significa mucho tiempo de discusión entre estudiantes y profesores. Lo que hemos visto en los concursos anteriores es que los casos de mayor valor son aquellos extremadamente ricos en contenido de todo tipo, llevando el problema a una determinada discusión cargada de interés. Esto es transversal y no particular a este año. En lo puntual, esta ocasión debe aterrizarse en un territorio lleno de conflictos como es la educación técnica en nuestro país, con aspectos sumamente discutibles como, por ejemplo, la modernización del trabajo, cómo la educación técnica funcionará a futuro, o cómo otras preguntas como estas pueden generar una serie de aspectos críticos frente a un determinado proyecto de arquitectura.

–¿Qué otro aspecto destacaría?

–Como un segundo aspecto, y situado en el mismo nivel jerárquico a mi modo de ver, refiere al tema del material. El concurso está asociado a la madera y en consecuencia debe ser un aliado estratégico del caso, lo que implica cierta destreza en el equipo para elegir y proyectar. Fundamentalmente es establecer cómo el material puede contribuir en soluciones de diseño al problema planteado. Mientras más potente el problema planteado, mayores son los desafíos en el diseño arquitectónico. Estos criterios guían de manera fundada el comportamiento estructural, constructivo, técnico y claramente, definen cómo todas estas decisiones terminan concluyendo en una determinada expresión arquitectónica con orden, tamaño, tipo de geometría, estructura, sistemas constructivos, etc.

Ganadores recibiendo su premio en el concurso de 2019 / Madera21

–Uno de los lineamientos del concurso es la innovación, ¿cree que se promueve arquitectónicamente en Chile?

–Para esa pregunta creo necesario establecer dos miradas, la innovación referida al concurso y la innovación en Chile. En Chile la innovación es un desafío complejo, dado que involucra generar conocimiento nuevo, y requiere de gran energía y de tremenda destreza para doblegar las dificultades que implica romper las certezas establecidas. Hay un conjunto de aspectos que creo no son beneficiosos para innovar, o quizás siempre van en contra de ese conocimiento, antes que con la voluntad de cultivarlo. De todas formas, un actor relevante como la industria ha entendido que debe ser parte del proceso, y ha entregado posibilidades para conducir estas inquietudes. Ha empezado a trabajar de la mano con la arquitectura y el diseño, siendo un aliado antes que un cliente pasivo, y eso creo es una buena señal. En ese sentido, la madera se sitúa como un material con cierta cuota de revalidación justamente por el aporte multifactorial que entrega la industria, el mundo del diseño, los clientes, y el incentivo técnico para su implementación y uso. El desarrollo de la mecanización, sistemas de protección, perfeccionamiento en los sistemas de montaje, son por ejemplo claves en este proceso.

–¿Y referido al concurso?

–En relación al concurso, creo que el panorama es absolutamente complementario a lo anterior, y a su vez muy abierto. Uno de los aspectos que motivan el llamado es cultivar ese tipo de posturas, aquellas que son capaces de innovar y poner en discusión aspectos que se dan por entendidos. Quizás, puedo decir que tampoco es innovar por innovar. Alguien debe necesitar esa innovación, dicho de otra forma, debiera ser un problema el que gatilla esa búsqueda, y es allí donde la arquitectura opera como lo hace gran parte del conocimiento: toma aquello que nos antecede, y mediante un nuevo aporte, genera algo nuevo.

–Dado que el concurso es a nivel universitario y que Ud. también es académico de futuras generaciones de arquitectos, ¿cómo analiza el uso de la madera en estas etapas formativas?

–Creo que la madera es uno de los materiales que ha avanzado con mayor lucidez en los últimos 20 años. Ha ido superando sus conflictos, y como tal, se posiciona como un material que explicita de manera muy didáctica su comportamiento estructural. Debido a su condición partonómica la hace justamente un sistema donde las piezas son capaces de configurar un sistema mayor. Su disponibilidad y sencillez, permite que las universidades tengan disponibilidad de elementos, capacidad de ensayo, testeos uno a uno, al ser elemental permite un acercamiento directo. Esto sin duda a nivel universitario es muy eficiente, y permite aprendizajes enormes, a bajo costo y en poco tiempo.

Otro aspecto relevante es entender el material en términos de su responsabilidad medioambiental. La obra de construcción es un acto fundamentalmente contaminante, con gran emisión de desperdicios que no son reciclables. Justamente la madera propone un ciclo más cerrado de optimización y reutilización, que lo hace muy sano desde el punto de vista medioambiental, y en consecuencia un referente desde el punto de vista académico.

Este año, el concurso versará sobre los nuevos espacios educativos para Formación Técnica / Divisare

–¿Ha ido ganándose un puesto?

–Sí, y ahí es donde se pone interesante la discusión, porque la madera ha logrado perfeccionar sus procesos de producción, y hoy entrega un panorama muy diverso de opciones, con herramientas tecnológicas que facilitan la construcción y tiempos de obra, entre otros. Han avanzado los mecanismos de protección del material, y todo ello con el tiempo ha balanceado sus costos en razón de otros materiales del mercado.

–¿Y sobre el futuro de la madera?

–Creo que, en un futuro muy cercano, cuando normativamente esté más desarrollado, y técnicamente sea un material de manejo transversal en empresas constructoras, te podrás preguntar si quieres tu obra en hormigón o derechamente en madera, lo que significa un fenómeno muy beneficioso para la arquitectura finalmente: ampliar las posibilidades con las cuales trabajar.


Escrito por Redacción
Fotografía principal cortesía de Divisare
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