La trayectoria de Daniel Ibáñez reafirma que la arquitectura es más que dibujar planos: en ella hay teoría, investigación, crítica y reflexión. Una disciplina que no funciona a secas sino que dialoga y coexiste con otras. El español de 39 años se tituló en 2007 como arquitecto de la Escuela Politécnica de Madrid y también en ese año obtuvo un magíster del Instituto para Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC). En 2008 cursó el programa de un año en fabricación digital que ofrece el Fab Academy del MIT (Massachusetts Institute of Technology). Desde 2010 en adelante, sus postgrados tienen lugar en la Universidad de Harvard: dos años de magíster y cuatro de doctorado en la Escuela de Diseño, donde se especializó en estudios de diseño, ecología, urbanismo y paisajismo.
En 2003 fundó Margen-Lab, una oficina de arquitectura multidisciplinaria en la cual diseña y dirige proyectos, además de investigar temas relacionados al urbanismo, tecnología y sustentabilidad. Algunas de sus obras como el Fab Lab House de Madrid o el pabellón de Endesa, le han traído el reconocimiento internacional en importantes concursos. En ambos proyectos, además de estar presente la madera como material principal, hubo prefabricación digital y desarrollo de estrategias de eficiencia energética, aspectos en los cuales Ibáñez también incide.
─Margen-Lab posee un enfoque multidisciplinario (arquitectura, paisajismo urbano, diseño interior…), ¿en qué área se siente más cómodo?
─La apuesta profesional y académica que llevo desarrollando desde hace varios años trata de entender la disciplina como un proceso que interconecta diferentes áreas y escalas. La arquitectura en madera es un ejemplo perfecto. Donde reside su mayor valor es precisamente cuando se conecta con otras disciplinas como la ingeniería forestal, la ecología, el paisajismo, el urbanismo, etc, y múltiples escalas desde el mueble hasta el bosque. La crisis climática nos debe forzar a todos a tener un entendimiento transescalar y multidisciplinar donde cada proceso de transformación urbana va acompañado con un análisis y control completo de su cadena metabólica, es decir, sus procesos ambientales, energéticos, materiales y humanos que han sido necesarios para lograrlo. Para eso es necesario apoyarse en muchas disciplinas.
Ibáñez se desempeña como académico en la Escuela de Diseño de Rhode Island y en la de la Universidad de Harvard. Es director del magíster en Edificios Ecológicos Avanzados del IAAC y actualmente es consultor senior de Desarrollo Urbano en el Banco Mundial. También es director de investigación del Urban Theory Lab (UTL), un centro de estudios perteneciente a la Universidad de Harvard. Aquí la dinámica es similar: ampliar los límites de la arquitectura y que dialogue con otras disciplinas. Los diferentes proyectos y publicaciones cuestionan el futuro de los territorios. No solo en cómo se organizarán y administrarán, sino también de dónde obtendrán su comida, energía y agua. Cuáles serán los límites entre la ciudad y lo rural.
De la gestión de UTL nació el libro “Wood Urbanism: from the molecular to the territorial”, el cual fue coeditado por Ibáñez, Jane Hutton y Kiel Moe; y publicado por la editorial Actar en 2019. Tal como sugiere el título, el libro aborda la madera como material en sí, es decir, explicando sus propiedades: ámbito de producción (forestales), impacto ecológico, construcción, etc. También, en los barrios ecosustentables y edificios de mediana y gran altura.
─Respecto al libro, ¿cómo se gestó su publicación y cómo fue el proceso de investigación?
─El libro surgió a raíz de una conferencia organizada con el mismo título en la Harvard Graduate School of Design en 2014. Este evento contó con la organización de varias personas, entre ellas Juan José Ugarte, actual presidente de Corma, que por aquel entonces realizó una estancia de investigación académica en Harvard. Sobre la base de la conferencia, el libro fue organizado alrededor de seis temas fundamentales y cómo estos dan forma a la agenda de construir edificios, barrios y ciudades con madera: las especies de madera, los ciclos de CO2, los comportamientos térmicos, la ecología, el urbanismo y el ciclo metabólico completo de la madera del bosque a la arquitectura y vuelta.
Todos ellos tratados desde una perspectiva transescalar que va desde las propiedades moleculares de la madera a los territorios de producción forestal, pasando por la arquitectura. A través de contribuciones externas, investigaciones y artículos, el libro se completó en unos 36 meses siendo una colaboración académica ejemplar de lo que debieran ser investigaciones que traten de crear una plataforma de diálogo entre escalas y disciplinas.
─¿Este libro viene a reafirmar que la madera es el material del futuro? ¿Es necesaria para una construcción más sustentable, que genere menos desechos?
─La madera está llamada a ser el material del futuro por sus bien conocidos atributos (retención de carbono, flexible, reciclable, orgánica…); no obstante, su éxito dependerá de lograr que las relaciones metabólicas asociadas con la construcción de edificios, barrios y ciudades sean específicas y relevantes desde un punto de vista ecológico. Un ejemplo: un edificio de viviendas en madera sólida en Santiago de Chile de ocho plantas construido con madera de Nueva Zelanda proveniente de bosque nativo manufacturado en Austria es muy diferente que el mismo edificio construido con madera de pino radiata proveniente de plantaciones chilenas certificadas y prefabricado en el país. Pese a ser ambos de madera el impacto ecológico de ambos es muy diferente. Misma arquitectura, (muy) diferentes relaciones metabólicas. No hay ninguna otra materialidad en la construcción tan bien posicionada como la madera en el contexto de la sostenibilidad, pero eso no debiera de ser suficiente para justificar cualquier proyecto. Hay que diseñar y construir teniendo en cuenta estas relaciones metabólicas a lo largo de ciclo de vida completo. Es ahí donde la madera es incontestable frente al hormigón, el acero o el ladrillo.
─En el libro también se analiza la madera desde el ámbito ecológico, ¿cómo ve la relación de las empresas forestales con el entorno comunitario y ambiental en donde están insertas?
─Un edificio será relevante desde un punto de vista ecológico solo si entiende las interacciones socio-naturales que ocurren en los territorios de extracción material. La arquitectura ecológica es aquella que refuerza las relaciones en todo su proceso y en todas sus escalas. De la misma manera que los edificios de madera dotan de viviendas a la sociedad pero simultáneamente ayudan a luchar contra la crisis ecológica actuando como depósitos de CO2 , la arquitectura ecológica debería asegurarse que la madera utilizada en su génesis provenga de empresas que cuidan esas relaciones comunitarias y ambientales donde están insertas. Lo que para otras materialidades son externalidades, para la construcción en madera debería ser oportunidades para crear relaciones simbióticas.
─Los barrios ecosustentables no solo implican estar construidos con madera, sino también eficiencia energética e hídrica y paisajismo ecológico, entre otros. En su rol como académico, ¿cómo ve que los estudiantes están adquiriendo todos esos conocimientos?
─Esto es lo que yo llamo “el metabolismo asociado a la construcción de un edificio, barrio o ciudad”. A mis estudiantes trato de explicarles que la arquitectura no es una forma estática e inerte, sino un proceso dinámico que incorpora a muchas personas, territorios, recursos, etc. A múltiples escalas. Les explico que como proyectistas sus decisiones tendrán un impacto social y ecológico muy importante y que hacer arquitectura considerando todos esos procesos energéticos, materiales, paisajísticos e hídricos cobra especial importancia en el contexto actual.
Por ejemplo, en el Master in Advanced Ecological Buildings and Biocities que codirijo en el Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC) mis estudiantes acaban el programa diseñando, fabricando y construyendo un prototipo ecológico avanzado informado por una trazabilidad material y energética completa de todos sus componentes. No se sorprenderá nadie cuando diga, que, por supuesto, todos los prototipos están construidos con madera local.
─¿Qué tan grave es el déficit habitacional? ¿Estamos en un escenario crítico hoy en día o en los próximos años? ¿Qué rol jugará la madera?
─A nivel global hay un déficit habitacional importante. Ese déficit es tanto cuantitativo como cualitativo. El desafío de provisión de vivienda para Chile en concreto asciende casi hasta las 400.000 mil unidades en el país, y considerando los déficits cualitativos existentes a más de 1.300.000 unidades. En un país con industria forestal de primer orden mundial, la construcción industrializada en madera (con sus atributos ecológicos, beneficios térmicos y las ventajas de la prefabricación) está llamada a desempeñar un papel muy importante. Si uno mira la tendencia internacional en países del norte de Europa o Norteamérica las transformaciones en esta dirección son imparables: en cantidad de edificios de madera, en la altura de los mismos; pero también en la instalación de capacidades industriales para su fabricación, actualizaciones regulatorias e incentivos públicos, entre otros.
En el trabajo que vengo realizando como consultor senior en temas de desarrollo urbano y construcción sustentable dentro de un equipo de Banco Mundial, hemos estado indagando en aquellos aspectos clave para lograr la implementación sistémica de la madera en la construcción en Chile, específicamente en vivienda social. Entre las recomendaciones mencionamos: la importancia de avanzar en estándares de sustentabilidad con especial atención a factores ambientales asociados al proceso de construcción, la necesidad de actualizar marcos regulatorios que faciliten los diseños con estructura en madera, la necesidad propiciar el desarrollo de proyectos urbanos y edificios detonantes como catalizadores del cambio en la construcción, o la importancia de crear mesas de trabajo transversales que puedan involucrar a todos los actores estratégicos.
Los seminarios también serán parte de la variada oferta de actividades que traerá la versión 100 % digital de la Semana de la Madera 2020. Daniel Ibáñez será uno de los speakers en el bloque “Ciudades de madera, bioeconomía y urbanismo”, el que se realizará el miércoles 2 de septiembre de 12:00 a 14:00 horas. También expondrá en “Políticas públicas para el impulso de la construcción en madera” el día viernes 4 de 10:00 a 12:30 horas.
─Respecto a su presentación y los temas que abordará, ¿cuál es la novedad más importante?
─Mi charla se centrará en compartir algunas ideas sobre urbanismo y bioeconomía derivadas del libro “Wood Urbanism: From the Molecular to the Territorial” que junto con mis colegas Jane Hutton y Kiel Moe hemos publicado recientemente. La charla plantea una serie de puntos clave que deberíamos considerar diseñando urbanismos más ecológicos. Y cómo la madera, en sus diversas formas y múltiples escalas, está llamada a ser protagonista.