20 de Enero, 2023
Decir que la naturaleza tiene sus ciclos no es ninguna novedad. De hecho, son sus mismos tiempos los que nos repercuten de forma directa, debiendo adaptarnos a sus climas, estaciones y fenómenos, prácticamente, todos los días de nuestra vida. Ahora bien: ¿qué pasaría si una vivienda tuviera la misma capacidad de adaptación y fuera casi un organismo vivo capaz de acomodarse a sus habitantes y a su entorno? La respuesta a esta pregunta la encontramos en Anna Stay, un proyecto de cabaña modular que acaba de obtener el premio World Hotel Building of the Year 2022.
Para poner en contexto, el World Architecture Festival – WAF – es uno de los eventos más prestigiosos dedicados a la industria de la arquitectura y el desarrollo, siendo el único certamen en el que, alrededor de 550 profesionales seleccionados, presentan sus proyectos en vivo en salas críticas ante un panel de jueces. Efectuado en Barcelona desde 2008 a 2011 y en Singapur desde 2012 a 2015, actualmente las ciudades anfitrionas incluyen Berlín y Ámsterdam.
Volviendo a la obra galardonada, y sólo por nombrar alguna de sus muchas ventajas, uno podría experimentar la belleza de una fuerte lluvia bajo uno de sus techos de vidrio o quedar maravillado ante una noche de cielo estrellado sin moverse de la cama. Esto, con el objetivo de volver a sintonizar con el medio ambiente tras el frenético trajín de las ocupaciones y la vida diaria, provocando una fuerte desconexión con nuestro entorno y, al mismo tiempo, no contribuyendo a un mejoramiento de la calidad de vida.
Para remontarnos al origen de Anna Stay hay que volver a 2016. Allí, la madre de un hombre licenciado en física en Ámsterdam llamado Caspar Schols, le solicitó la construcción de una pequeña cabaña/estudio que le permitiera llevar una vida sencilla inmersa en la naturaleza. De esta manera, Schols crea una edificación flexible y modular, básicamente para poder montarla en poco tiempo y, sobre todo, para poder adecuarla a las necesidades climáticas. Así, de forma impensada, el espacio creado para que su madre pudiera leer, pintar, invitar amigos y cuidar a los nietos, recibiría numerosos premios, éxito que ayudó para perfeccionar su propuesta y que lo llevó a adjudicarse una beca de estudio en la Architectural Association de Londres a la que asistió hasta 2019, sacando adelante, entre otras cosas, el proyecto de Anna Stay.
Como se dijo, la iniciativa de Schols tiene la gran particularidad de adaptarse al entorno y a sus diferentes climas. Para eso, mediante dos carcasas protectoras que se deslizan, la cabaña puede abrirse y convertirse en parte del hábitat circundante. La carcasa interior está hecha de vidrio doble y la exterior es de madera, por lo que, al ajustar los dos caparazones, la construcción se adapta según lo que se requiera, ya sea para crear un ambiente especial, para disfrutar de una fuerte lluvia, despertar entre los pájaros o disfrutar del paisaje más próximo.
En lo práctico, es importante señalar que, a medida que transcurre el año, la casa posee una serie de funciones; todas dependiendo del contexto natural o del que uno mismo quiera darle. En invierno, por ejemplo, la carcasa de madera aislada mantiene el calor en el interior como un grueso abrigo; mientras que, en primavera u otoño, el vidrio mantiene la lluvia fuera y se abre para recibir al sol. En caso de que la temperatura esté demasiado alta, se puede deslizar y cerrar la capa de madera para mantener la frescura, o bien, abrir la capa de vidrio para que entre la brisa.
Como trasfondo, y teniendo en cuenta que lo digital se está apoderando del día a día de los habitantes del planeta – hecho que se agudizó todavía más con la reciente pandemia –, el valor de generar conexión con el ecosistema y con las mismas personas cobra cada vez más sentido. El mismo que Caspar Schols buscó recuperar desarrollando una metodología medular para su armado, dando como resultado un tiempo de construcción corto en el sitio y una alteración ecológica mínima.
En cuanto a las materias primas seleccionadas para su levantamiento, si bien destacan mayormente la madera y el vidrio, se utilizaron técnicas de extrusión de caucho y aluminio, obteniendo 26 perfiles de extrusión de diseño único. Aquello, garantiza que la Anna Stay se deslice de manera perfecta y permanezca hermética al agua y al viento. Sin embargo, la mayor innovación de la cabaña son los raíles de aluminio– mecanismo con forma de surco o de carril por la cual se desliza -, patentados con laberinto de viento integrado.
Adentrándonos en su estabilidad, ésta depende de una estructura única que tiene su origen en edificios como las estaciones de tren, las que dependen únicamente de las paredes laterales para la integridad estructural. De ahí, de hecho, provienen las cerchas de madera cuidadosamente elaboradas. Asimismo, para realizar la obra, sólo se utilizaron maderas de alta calidad. Como demostración, el exterior está hecho de madera de alerce siberiano sostenible y, en el interior, se ha utilizado contrachapado de abedul por su alta calidad y color claro. La mayor parte de la materia prima utilizada se deja sin tratar, utilizando el aserrín como aislamiento y transportando ambas capas por ocho ruedas industriales apoyadas sobre rieles.
Acerca de los espacios en sí mismos, Anna Stay viene con un baño interior con ducha e inodoro independiente, una cocina completamente amoblada y mucho espacio para guardar. Del mismo modo, ofrece espacio para dos camas extra grandes y puede equiparse con una instalación de calefacción central, incluso la cabina está disponible en una versión autónoma autosuficiente que incluye una caldera contra incendios, un sistema de energía solar y uno de tratamiento de aguas residuales.
También, y dado que los materiales se expanden de diferentes maneras debido a los distintos climas y condiciones, uno de los grandes desafíos fue lograr una tolerancia de menos de un milímetro en las secciones móviles del proyecto. La tolerancia se refiere al desafío de fabricar los carriles, pues los materiales podían expandirse y trabar el mecanismo. Desafío que encontró la solución en una combinación de madera de Accoya, contrachapado de abedul y aluminio, sumándose a la gran ventaja de que todos los señalados materiales se pueden separar y reutilizar por completo.
Al respecto, y justamente para garantizar una huella de transporte reducida, el producto ha sido diseñado de tal forma que permita que el 80% de sus piezas únicas se produzcan localmente en el futuro. ¿Cómo? A través de un archivo digital, máquinas CNC y en impresoras 3D en cualquier lugar del mundo. De esta manera, la premiada cabaña de 55,4 m2, 9 toneladas de peso y 4,5 metros en su altura de cabina, puede ser levantada donde uno desee (en la mayoría de los casos no necesita cimientos, aunque algunos tipos de suelo pueden requerir una base atornillada) entregándonos una inteligente y sustentable manera de diseñar y de hacer arquitectura y, al mismo tiempo, una más que necesaria alternativa para escapar del caos y reencontrarnos con nosotros mismos.
Texto escrito por Felipe De la Cerda E.
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