Conjunto Habitacional Tierra del Baker

Chile es un país diverso y requiere políticas territoriales diversas.

La política de vivienda es fundamental para el desarrollo urbano.

Las diversidad de lo urbano en Chile es custodia de la identidad cultural.

Sobre estos tres axiomas es posible establecer que tenemos como país la oportunidad de innovar en desarrollos de vivienda que reconozcan la realidad territorial y sus diversas formación de ocupación, para desde ahí, idealmente promover distintas formas de urbanidad y habitabilidad.

La carencia de instrumentos de planificación sensibles y flexibles a las formas de ocupación no tradicionales ( Cooper, 2007), ha homologado la solución habitacional y por tanto anulando la imagen e identidad de nuestros enclaves,  pueblos, y pequeñas ciudades.

Desde el sur de Chile queremos revitalizar la mirada urbano-rural y el rol de la vivienda , a raíz de la alta demanda demográfica en los últimos años, en una oportunidad de generar nuevas maneras de habitar, una vivienda colectiva que promueva formas que integren el territorio geográfico y cultural que la sostiene.

Como muchos enclaves y pueblos del sur de Chile, Cochrane presenta un bajísimo índice de constructibilidad en su suelo urbano. Muchas predios y manzanas completas presentan un alto % de vacíos entre edificaciones, y en buena parte de ellos, el antiguo uso rural ha disminuido para convertirse en suelo sin función urbana. El proyecto de vivienda en Cochrane, región de Aysén, opera desde dos escalas de intervención. La urbana donde se impulsa una ocupación interior de los vacíos urbanos para densificar la trama existente (al mismo tiempo que se cuida el suelo no urbano de la periferia), abriendo la manzana de 100x100 mts, con atravieses y sistemas de circulaciones interiores, y por otro donde el sistema se complementa integrando junto al sistema de vivienda la matriz ecológica presente a nivel territorial. Se quiere avanzar en un desarrollo de pueblo a ciudad, donde el proyecto de vivienda es agente revitalizador de la imagen urbana.

La propuesta consiste en hacer ocupación de vacíos e intersticios inter manzanas. Una política de suelo urbano que con llevaría a una realidad urbana más compacta, más cercana, socialmente cohesionada y por tanto más comunitaria. Dado los vacíos tipológicos existentes, y los requerimientos de asoleamiento, se define una estructura volumétrica en una crujía espacial oriente – poniente, con el programa de vivienda en los extremos norte y sur, unidos y separados por un vacío de circulaciones a modo de espacio mediador. La orientación del volumen, nos permite maximizar la iluminación natural desde el nor oriente y desde el nor poniente, al mismo tiempo de entregar hacia el norte la posibilidad de incorporar sistemas de sustentabilidad activa. El vacío central actúa como espacio mediador, siendo además de un sistema de circulación, un dispositivo pasivo de ganancia térmica para las cada una de las viviendas. Su rol fundamental como espacio comunitario, se realza por medio de la liberación de la primera planta, y por albergar dentro de ellos programas semi interiores que actúan como “faros” dentro de la manzana.

El proyecto se concibió como dos bloques de vivienda de altura media, construidos a partir de losas y muros de carga en CLT sostenidos y unidos en su centro por un sistema  reticular de pilares y vigas laminadas.  La elección de este doble sistema  se basó principalmente por las características facilitadoras para modulación de recintos, hermeticidad y para un montaje rápido y eficiente , condición relevante en condiciones climáticas extremas y accesibilidad remota. La incorporación de MLE , y su sistema de uniones de pilar y viga, envuelto en paneles de policarbonato realza, con su sistema de uniones verticales y horizontales, la condición tectónica lineal de la madera y nos permite proyecta ese espacio de manera diáfana y transparente, realzando la relación desde el interior con el paisaje, y realzando el núcleo comunitario como un sistema de faros programáticos en el interior de las manzanas. La propuesta material se complementa con terminaciones de materiales de mayor durabilidad y definiendo en el contraste de ellos, los llenos de las vivienda y los traslucidos de espacios comunitarios.

La vivienda como instrumento de densificación de manzanas preexistentes permite pensar en la consumación de estos pueblos de gobernanza comunal, como formas urbanas que definan nuevos modelos de ciudad para el futuro. La idea de fragmentar y abrir la espacialidad de la manzana interior permite inyectar un núcleo programático nuevo en el corazón de la unidad básica de la ciudad, fomentando la compacidad urbana, el origen e inicio de una infraestructura urbana climática, la disminución en recorridos y traslados, las relaciones cercanas, y el sentido de pertenencia e identidad.

Los nuevos edificios de vivienda se instalan como dispositivos complementarios, como unidades abiertas y colaborativas, donde se consolidan como un sistema de infraestructura urbana que revela los vacíos oscuros dentro de la manzana, conjugando un nuevo sistema de edificación contemporáneo, propio de los nuevos impulsos de demanda demográfica, junto con poner luz y valor a las construcciones patrimoniales existentes.