El Observatorio de Santay se plantea como un espacio flotante de expresiones artísticas, talleres de capacitación para niños y adultos, investigaciones ambientales y actividades de integración comunitarias.
La madera se presenta como el principal elemento del proyecto, donde casi el 90% de toda la estructura es con el material. Dentro de las soluciones innovadoras con este recurso, se encuentra el uso de paneles contralaminados de balsa para sus puertas, así como una estructura de repetición hecha sandwich y madera aserrada para el piso y el techo. Todo esto, trabajando con rieles para que se plieguen.
La isla Santay, con 315 habitantes, forma parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas por su diversidad ecológica. Ubicada en el río Guayas, a 800 metros de la ciudad portuaria de Guayaquil y perteneciente al cantón Durán, tiene una situación de protección ecológica que complejiza el desarrollo de infraestructuras que promuevan el desarrollo cultural, educativo, la dignificación y la revalorización de la memoria colectiva del sitio. Pese a su condición de alto valor ambiental, los índices de necesidades básicas insatisfechas son constantes en esta población.
El proyecto se trata de una plataforma flotante multifuncional capaz de adaptarse a diversas actividades, mediante puertas plegables de paneles prefabricados de madera de balsa que conectan el espacio interior con una galería exterior, la que mira hacia el río Guayas y la isla Santay.
Las cerchas de madera constituyen la estructura de la cubierta a dos aguas que, además de generar nichos habitables, otorga la suficiente altura para generar ventilación e iluminación natural desde sus límites permeables. Finalmente, se emplean tablas de madera para el piso y el cielo raso que se extiende fuera del límite habitable para generar protección solar y de lluvias.
Con respecto a la protección de la madera, la faena detrás del Observatorio de Santay consideró un trabajo de aleros amplios para salvaguardarla del contacto directo con el agua, así como un sellador que permitió protegerla frente a agentes bióticos, plagas y a la intemperie.
El observatorio permite reflexionar sobre nuevas posibilidades de habitabilidad sobre el agua, donde la arquitectura se expresa como un espacio convertible y adaptable para artistas locales, visitantes y la comunidad, compartiendo una visión que recupera los sistemas de hábitat flotante tradicionales casi extintos, frente a un desarrollo que se aleja del río como recurso para hacer ciudad.
Entender la arquitectura tropical ,vernácula y local de nuestros territorios, los que siempre la han usado de manera empírica, y poder trabajar con aquello para nuestra realidad de ahora, que sea una semilla y motor de conciencia para las siguientes generaciones, dejando a un lado el concreto y el hierro, fueron parte nuestros principales objetivos.
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