La obra se emplaza en un terreno de 6 hectáreas de arándanos y espárragos partiendo de la forma más elemental de un acopio: seis varas “forradas” con una precaria malla.
Su estructura parte del desafío de ver que se podía lograr con cuantías estándar de madera tan pequeñas como 1×2”, 2×2”, 2×3” y 2×4”. Este frágil esqueleto es envuelto en una malla negra colocada de manera aparentemente azarosa, pero “atiesada” con una mano de poliuretano y otra de resina.
Temas como que el revestimiento no toque el suelo, otorgándole un cierto aire al elemento quitándole peso; esconder además la cubierta para lograr una verticalidad más notoria a la manera de los silos agrícolas, son algunas operaciones que imperaron para moldear el volumen final.
El objetivo de todas estas operaciones formales y estructurales era lograr un volumen que permitiera el acopio temporal de los productos recogidos durante el día, pudiendo bajar en un par de grados la temperatura interna con respecto a la intemperie.
Fotografías: Nelson Parra Carrasco
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