El proyecto se constituye como un pabellón central que permite la flexibilidad espacial necesaria el cual queda contenido por dos programas rígidos como lo son la bodega y los servicios higiénicos.
Esto permite replantear en un futuro este mismo esquema, aumentando o disminuyendo la superficie, sinHacia la calle el edificio se articula a través de un espacio de espera que sirve como paradero a los habitantes del sector y permite enlazar el proyecto al camino principal. Este mismo espacio construye el acceso a la sede generando una transición entre la calle y el pabellón. Una fachada móvil contiene el pabellón, la que se abre si es necesario para albergar actividades masivas como fiestas y eventos de todo tipo. alterar la distribución en planta.
Una gran viga reticulada aparece como elemento jerárquico en el espacio atravesando el proyecto en su largo, dando una continuidad al exterior con el interior.
Así mismo, dos lucarnas valorizan el espacio interior rompiendo con la altura del pabellón y apareciendo en la fachada en un proporción que busca realzar en carácter público del edificio. En el contexto rural, la sencillez material de sus construcciones es compensada con la gran sensatez de sus soluciones. Es esta sensatez, dada desde la experiencia del habitante, la que finalmente el proyecto recoge. El proyecto no busca ser en sí mismo una imagen detonada de esta sencillez rural – la cual viene dada de la precariedad y disponibilidad de materiales – ya que el problema de proyecto no está en los recursos. Es la manera de actuar la que rescata el proyecto, aquella lógica que nos da el campo en el uso de los materiales, adecuándolos según las necesidades que surgen día a día.
Fotografía: Luis Quezada
