10 de Octubre, 2018

Estudiantes crean muro habitable comunal basado en un modelo de autogestión

Los ganadores del concurso de arquitectura de la Semana de la Madera 2018 crearon su proyecto sobre la base de un desconocido sistema utilizado en los barrios más vulnerables de la capital, el que esperan se transforme en una ayuda para disminuir los problemas sociales del sector.

La particularidad del colectivo habitacional “La escuela y la cancha” son sus siete niveles destinados a diferentes funciones. El primer nivel es de uso mixto: contiene camarines, talleres y una unidad vecinal, mientras que el segundo nivel está pensado para una escuela, mientras que los últimos cinco niveles están destinados a viviendas.

Este modelo de construcción surgió luego de que los estudiantes de arquitectura de la Universidad San Sebastián, Javiera Carrasco, Lissette Torres y Franco Mora, observaran un fenómeno que ocurre en los lugares más vulnerables de Santiago: las llamadas “Escuelitas libres”.

Se trata de agrupaciones autogestionadas por personas o estudiantes que desean ayudar a la comunidad entregando a los niños, además de educación, un espacio seguro dentro del entorno donde viven.

Específicamente, el lugar que los inspiró está ubicado en la población “Aurora” en la comuna de La Cisterna, la que se encuentra interna en problemáticas como el narcotráfico, la delincuencia juvenil y el maltrato infantil. Este proyecto busca generar un hito de integración social para ayudar a disminuir este tipo de problemas.

Se trata de un muro habitable, un edificio de carácter social que posee esa condición tanto en su programa como en la manera de habitar la torre. “Para la vivienda hemos concebido una célula habitacional a través de la deconstrucción del concepto de hogar. Para ello, esta célula se compone sólo de los programas privados que esta pueda poseer como lo son los dormitorios y los baños, mientras que el comedor, la zona de estar y la cocina se abren para ser de uso común y colectivo”, explican los creadores del proyecto.

Escuela y cancha-2

Este muro habitable está emplazado de manera longitudinal integrando así programas de uso colectivo en el barrio tales como talleres, una unidad vecinal, una escuelita libre y una multicancha.

El primer piso se hace cargo en la horizontalidad integrando el contexto, y el segundo piso relaciona el programa de “la escuelita” generando un espacio mixto entre lo público y lo privado. La torre aporta a la zona un hito que vincula, no sólo a la gente que lo habita, sino a quienes residen en su alrededor.

Los núcleos se encuentran en los extremos para poder darle una mayor rigidez, además de estar acompañado por una serie de puntales que estructuran el edificio, no obstante la estructura no cumple sólo un rol constructivo sino que también programático. Mientras que los puntales son clave a la hora de la llegada a piso, ya que de esta forma se adquiere un programa nuevo como lo son las gradas y los juegos infantiles.

Sus creadores aseguran que la arquitectura también es una forma de expresión y un medio para cambiar la sociedad, además de mencionar este proyecto que es de carácter replicable ya que puede ser tomado como estudio para otras comunidades.

“Queríamos poner en valor una edificación que se hiciera cargo de problemáticas de escala barrio como es la integración infantil y la educación valórica. Al ganar el concurso nos sentimos muy satisfechos de poder alcanzar la máxima distinción a través de un proyecto de carácter social”, agregan los creadores del colectivo habitacional “La escuela y la cancha”.

Primer lugar arquitectura


Escrito por Paloma Ávila
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