Esta residencia flota sobre el Océano Atlántico desde un monolito de rasgadura de granito entre los concurridos barrios de São Conrado y Barra da Tijuca, en Río de Janeiro.
Una peculiaridad de esta trama estrecha es su orientación sur. Decidimos extender la casa a los dos lados de los altos muros de los vecinos para borrarlos. Habrá unas vistas inmensas del océano, como si se estuviera en un barco.
No hay rastros de tierra a ambos lados de la casa. Solo el cielo, el mar y las olas salpicando las rocas debajo. Un techo ondulado evoca el movimiento marino y crea aberturas de vidrio operables que controlarán la entrada de luz y el aire a través de la automatización.
Las diferentes direcciones del viento, los ángulos del sol y las temperaturas determinarán los ajustes necesarios para garantizar el confort térmico de forma pasiva.
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