De visita en Chile como jurado del concurso de Innovación en la Semana de la Madera 2016, el experto mundial en innovación estratégica y presidente de la consultora “Lead to change” comparte su visión de Chile en este ámbito y el rol que debe jugar la madera como material del futuro.
“Lead to change” es una consultora en innovación estratégica con sede en Barcelona, Boston y Santiago que ayuda a las empresas a desplegar sus modelos de innovación y desarrollar sus proyectos y emprendimientos corporativos. Su presidente, Xavier Marcet, lleva más de dos décadas estudiando el tema en nuestro país y ha sido testigo privilegiado de su transformación social. “En estos momentos Chile es un país muy abierto y muy capaz de generar tipos de relaciones sobre bases nuevas. Esto lo encuentro más aquí que en otros países de Latinoamérica”, dice.
—Le veo una capacidad especial para acabar realmente de transformar su economía en una economía con mayor capacidad de cambio, con mayor capacidad de aportación de valor. Como siempre faltan cosas, pero creo que Chile es el país que ha tomado liderazgo en Latinoamérica en este campo y no lo tiene que soltar.
Para él, la innovación no tiene que ver sólo con tecnología, sino también con las personas y los modelos de negocios. “Ese triángulo para mí es un triángulo muy importante. Es la base del éxito”, explica.
—Chile es un país que está haciendo más esfuerzos sobre innovación que la media latinoamericana, sin duda. Es un país en el que empiezan a existir ejemplos locales muy inspiradores, un país que necesita todavía añadir mucho más valor a sus productos, especialmente a sus productos primarios. Aquí es donde Chile tiene un recorrido todavía muy grande. Desde esa perspectiva, creo que el futuro de Chile, en parte, pasa por esta capacidad de añadir valor a productos primarios desde la innovación. Y la madera es un ejemplo de ello.
—Yo creo que hay que pensar más en lo que el cliente final quiere tener, generar una mayor empatía con él y a partir de allí impulsar un proceso de construcción de valor más sofisticado en el que simplemente no se aporte necesariamente sólo a la materia prima o a la materia prima con una primera transformación, sino que —además de esto— exista la capacidad de generar productos mucho más terminados a partir de esta empatía con el cliente, un tipo de valor añadido que incorpore mucho más las funcionalidades nuestras, aquellas que los clientes en estos momentos están reclamando.
—Sí, pero el gran reto —más que un reto tecnológico— es un reto cultural. Y en ese sentido las cosas están cambiando. El ecosistema chileno cambia más rápido que otros ecosistemas latinoamericanos, pero no cambia todavía tan rápido como algunos ecosistemas de referencia del mundo que siempre están en los sectores anglosajones. Desde esta perspectiva, este reto de cambio cultural está empezando a consolidarse de un modo muy interesante, pero es cierto que todavía falta. El tema no es la tecnología. Siendo que es más la cultura de empresa, la capacidad de imaginar empresas desde Chile con mayor capacidad de incorporar valor a los productos.
—La madera es un producto del futuro porque es un producto que se ajusta perfectamente a los nuevos requerimientos de la economía circular y pienso, en ese sentido, que veremos cosas con madera que no solamente tienen que ver con la construcción. Veo cosas con madera en productos muy pequeños —mi último reloj es un reloj de madera, por ejemplo—, pero también veremos que la madera sustituye al asfalto en algunas ciudades. Aquí es donde tenemos que pensar en grande. La madera es un producto del futuro porque los productos del futuro son aquellos 100% reciclables, y la madera lo es. La madera es un producto que con sus características nos ayuda a dar naturalidad a nuestros entornos y además nos permite enfrentar los grandes retos de sustentabilidad del medio que hoy tenemos.