8 de Abril, 2019
“No puedo creer que están hechos con madera”. Ese es un comentario recurrente que recibe el madrileño Marcos Castañón, dueño y fundador de la marca de esquís Blueberry, que combina madera con fibra de carbono para su fabricación.
Para sorpresa de todos, la madera ha estado presente en este deporte desde hace más de 100 años. Según el sitio web SoloSKi, se tienen registros de que en 1840, en Noruega, algunos aficionados ya practicaban este deporte y lo hacían con tablas muy rupestres. En 1907, en la ciudad francesa de Voiron, el artesano Abel Rossignol fabricó el primer par de esquís en su taller. Eran de madera. En 1909 estas tablas fueron usadas en el campeonato nacional organizado en Chamonix, por el Touring Club de Francia.
En los años 20 comenzó a introducirse el metal, y en los 70 Canadá tomó la delantera con la fabricación en base a espuma. En los 90, algunas marcas fabricaban las tablas de esquí con madera, al menos ocupándola para el núcleo de la tabla e incorporando otros materiales como la fibra de vidrio, de carbono o espuma. A inicios del 2000 las grandes compañías se rindieron totalmente frente a otros materiales 100% sintéticos, quedando la madera relegada al lugar de “piezas de colección”.
Hablamos de madera, pero ¿qué tipos de madera se utilizan? La revista estadounidense Powder, especializada en el deporte del esquí, publicó un artículo titulado “¿Qué hay dentro de tu esquí?”, en donde detalla los principales materiales de fabricación de las tablas. Fresno, arce, álamo y chopo americano son las maderas más utilizadas. El arce y el fresno son las más rígidas y duraderas, lo que las convierte en una opción para los esquís de montaña más resistentes. El álamo y chopo americano son maderas mucho más ligeras, al igual que la paulownia o el bambú, que se ocupan para tablas menos profesionales. El bambú se ha perfilado fuerte cuando se habla de sustentabilidad, ya que crece rápidamente y no requiere muchos abonos o pesticidas, así que puede ser producido sosteniblemente. Es también rígido y duro de romper.
Hace por lo menos diez años que en España algunas marcas de esquí están incursionando en una fabricación más handmade. Esta propuesta más artesanal ha cautivado por su diseño, originalidad y calidad. Utilizan madera, ya sea con fibra de carbono o aluminio. Blueberry, Boreas, Cervi y Coretti son cuatro de estas marcas “made in Spain”.
Marcos Castañón, junto a su padre César, son los fundadores de Blueberry. En su sitio web definen la marca como la “unión de la ingeniería, la artesanía y de la observación crítica del deporte del esquí, todo motivado por algo muy simple pero muy poderoso: la pasión por el esquí”. Comenzaron en 2013, con la necesidad de “hacer un esquí excelente y que funcione como queremos”. Además de buscar una alternativa a los materiales sintéticos que se utilizan en la industria, cuyo tiempo de degradación en el medioambiente es prolongado.
El taller de Blueberry se ubica en Corigos, Asturias. Fabrican 15 pares de esquís al año y dicen que su fuerte es la “personalización completa” del producto. El par de esquís se diseña específicamente para cada persona y para la aplicación que quiere, teniendo en cuenta sus características físicas, su forma de esquiar y las condiciones de nieve. Los materiales principales que utilizan son: madera (bambú, abedul, arce, haya, paulownia, samba, balsa), fibra de carbono, sellantes y pegamento.
Los expertos han evaluado positivamente los productos de Blueberry. En un principio, la marca recibía cierto escepticismo por parte de los críticos: no podían creer que una tabla de esquí que tuviese madera sirviera para desempeño profesional. La firma española no solo ha logrado cautivar al público por su diseño personalizado, sino que también por la durabilidad. Desde Blueberry señalan que los esquís están hechos para durar cuatro años y que no se ablandan o queman fácilmente al contacto con la nieve. En su cuenta de Instagram, el rider profesional Dani Fornell (español) recomendó las tablas: “Son los esquís más ligeros que he probado nunca, vale lo que se piden por ellos”. Un par de Blueberry cuestan 1200 euros (aproximadamente unos 900.000 pesos chilenos).
Dentro de la industria, el esquí es considerado un deporte “verde” por la preocupación sobre el calentamiento global, ya que sin nieve no pueden practicarlo. Sin embargo, al igual que el surf u otros deportes, cae una contradicción: la fabricación de las tablas y equipamiento no tiene nada de sustentable.
La marca alemana Grown ha tomado conciencia de este problema. Según su sitio web, partieron como un “laboratorio de diseño ecológico para esquís”, pero en 2007, además de investigación, comenzaron a fabricar esquís y ropa. Tobias Luthe y Jan Reger son los fundadores y dueños de la marca. Luthe es profesor de ciencia de sustentabilidad en la Universidad de Suiza, alpinista e instructor profesional de esquí. Reger es ingeniero informático, especializado en desarrollo virtual y lleva más de 30 años practicando este deporte. El eslogan de la marca es “diseño regenerativo”.
Lo que partió como un pequeño taller en Munich, hoy es una marca que se ha posicionado con potencia, destacando por su tecnología, diseño y por tomarse en serio la producción sustentable. Una de las primeras colecciones, Artic Change, se inspiró en los problemas causados por el calentamiento global en los polos y ganó en 2008 el premio ISPO Ecodesign. Las tablas estaban hechas en su núcleo con tres tipos de madera europea certificada, una base de esquí reciclada, cinturones de fibra de basalto volcánico al 100%, un pegamento a base de resina de pino y un recubrimiento de aceites naturales. Y por si fuera poco, la parte delantera de la tabla estaba hecha con astas de reno descartadas, es decir, las que renuevan cada primavera.
En 2018, la colección MonViso ganó el ISPO Eco Achievement (logro ecológico). En estos esquís, la madera de paulownia fue protagonista en el núcleo y en vez de fibra de carbono y de vidrio, se usó fibra de paulownia y de cáñamo. Eligieron ese último porque es “renovable, orgánico y captura dióxido de carbono, contribuyendo así positivamente a frenar el cambio climático inducido por el hombre. Basada en la evaluación del ciclo de vida, esta nueva tecnología de cáñamo reduce la huella ambiental de los esquís en un 47 %”.
Grown también recicla los esquís que no han vendido o que quedaron con alguna falla, para convertirlos en muebles o completar piezas restantes de los nuevos. Además de eso, donan el 10 % de sus ventas a la ONG por el cambio climático WWF y realizan talleres prácticos en escuelas de ingeniería de Alemania para que estudiantes aprendan más sobre este rubro y la sustentabilidad.
Pero no es la única marca que está reconocida por su compromiso con el medioambiente, ya que la alemana Völkl, también se basa en estos principios. Partieron en 1914 y en la década de los 60 llegaron a Estados Unidos. Hoy comercializan también tablas de snow, ropa de nieve y equipamiento de tenis. En cada colección tienen tres categorías de productos: Race, para carrera y descenso; All Mountain, para saltos, ya que son más pesados y no sirven para las carreras de velocidad; y Free Ride, para personas más amateur.
En la línea Amaruq Eco, lanzada al mercado en 2011 y vendida en la actualidad, la marca evitó completamente la fibra de vidrio para envolver el núcleo y la reemplazó por flancos de madera. En vez de pegar con resina epoxi, utilizaron una resina orgánica de madera. Y para sellar, es decir, darle un acabado de brillo y protección a la tabla, ocuparon aceite de linaza. Además, los bordes metálicos corresponden a un 60% de acero reciclado.
Iniciativas así son ideales para recordar la necesidad de prestar atención al medioambiente y también para mostrar que son proyectos factibles, tanto a nivel económico como productivo. Así, la madera se ha vuelto a abrir paso ante los materiales sintéticos que han ocupado el campo tras sus inicios, dejando patente que lo tradicional puede convertirse en novedoso, eficiente, personalizable y sustentable.
Escrito por Diego Zúñiga
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