6 de Enero, 2020
Las distancias pueden ser cortas o largas, pero las personas están en constante movimiento. Ahora, la forma en que transitan por la ciudad, o incluso viajan distancias más largas, ha cambiado, de igual forma que los materiales que utilizan para fabricar esos medios de transportes.
Diversos estudios e investigaciones muestran que materiales renovables como la madera generan un impacto positivo en el medio ambiente. La FEIM (Federación Española de Industrias de la Madera) comenta al respecto que la madera reduce las emisiones de CO2, consume menos energía en su transformación y produce menos impacto que otros materiales a lo largo del ciclo de vida del producto, entre otras características. Debido a esto se están implementando múltiples iniciativas que tienen a este material como punto central, como la que dirige la FAO “Madera sustentable para un mundo sustentable” aprobada en mayo de 2018.
Por eso, la madera surge ahora como un material práctico, útil y —lo más importante— sustentable, con el que se pueden construir bicicletas, motos y hasta autos. Pero también se ha innovado en vías de transporte hechas a base de madera, que van desde estacionamientos y ciclovías, hasta puentes, e incluso en combustible a base de este material.
Pareciera ficción, pero los autos en madera ya existen. MÖ es un nuevo vehículo sustentable español: es un bio-híbrido solar construido con materiales biológicos y reciclables, con la madera contrachapada como uno de los principales elementos. Comenzaron a producirse en febrero del 2019, siendo diseñados por la cooperativa española Evovelo y fabricados por la empresa JPG. Tiene una dimensión de 2 x 1,4 x 1,3 m y un motor que genera más de 1.500 W de potencia, que puede ser cargado por sus paneles solares o por la red eléctrica, a través de su batería extraíble.
Aunque hay numerosos ejemplos de autos que se fabrican con madera como los que realiza la antigua marca inglesa Morgan, quienes utilizan madera de fresno para construir la estructura sobre la cual se emplaza la carrocería y el interior.
En Asia también generaron un proyecto de este tipo, pero hecho completamente en madera. Nadie pensó que un “superauto” pueda realizarse con este material, pero los creadores del “Proyecto de Vehículo de Nanucelulosa (NCV)” lo lograron. El auto cuenta con una carrocería 50% más ligera que un vehículo estándar, ya que casi todos los componentes están hechos con fibras de nanocelulosa, un material derivado de planta que es cinco veces más fuerte que el acero y un quinto más liviano. Además es un automóvil visualmente atractivo, si se compara con el resto de este tipo por sus líneas deportivas, los paneles angulares y las puertas de mariposa del coupé.
Asimismo, el ingeniero Joe Harmon también logró construir un auto funcional hecho totalmente en madera, tras varios años de investigación. Lo llamó Splinter y además de la carrocería, también el chasis e incluso las ruedas tienen como componente fundamental la madera.
A nivel nacional, destaca el Campbox, un remolque de alojamiento outdoor móvil hecho con madera, enfocado en la realidad geográfica chilena, y que (en su versión básica) cuenta con todos los elementos necesarios para dos adultos y un niño.
También existen motos. Como las que crearon los holandeses Ritsert Mans y Peter Mooji. Este vehículo de dos ruedas es tan sustentable que además utiliza como combustible un aceite a base de algas. Es toda de madera, excepto por la transmisión y el motor.
En Filipinas el bambú es un material muy común y de fácil acceso. Por eso el director de diseño Christopher Paris Lacson no lo pensó, y creyó que ese material era la mejor opción para crear Banatti, una especie de Ducati filipina, que posee como primer modelo la Green Falcon a base de este tipo de madera. Según Lacson toda la carrocería, incluyendo el cuerpo principal, el asiento (que también es de bambú) y el alojamiento para el cuadro de mandos digital, pesa sólo 6,5 kg.
En Chile ya se realizan este tipo de proyectos con madera. Por ejemplo, la construcción de una bicicleta completamente hecha en madera (excepto los anillos de aluminio para la cadena), una réplica de una de aluminio que puede tener hasta 200 horas de uso.
muestra cómo construir una bicicleta en madera que puede tener hasta 200 horas de uso. Es una réplica de una bicicleta normal pero realizada en este material, excepto los anillos de aluminio para la cadena.
Pero los chilenos han experimentado otros medios de transporte con madera: las “Cargobike”, vehículos de carga liviana que, como fueron desarrolladas con un diseño paramétrico, tecnología CNC y sistemas de anclaje, optimizan su funcionamiento y permiten disminuir las emisiones de contaminación a menor costo que un vehículo eléctrico.
La movilidad sustentable no se trata solo de vehículos. También incluye vías, como la ciclovía de pino y eucaliptos que desarrollaron ingenieros y arquitectos de la Universidad de Bíobío, para el campus de la casa de estudios. La ciclovía tiene 1,20 metros de ancho en cada dirección y el prototipo está hecho principalmente por piezas de madera contralaminada (CLT) de eucaliptus nitens de tres capas y de pino radiata.
Como material para la seguridad en las diferentes vías de tránsito, en Europa existe el emprendimiento de las Naturprotec, unas innovadoras barreras de contención que el Gobierno Vasco de España elaboró a base de pino radiata y con un poste, separador, travesaño metálico y dos medios cilindros de madera.
Pero además de las vías, también la madera interviene en estructuras que utilizan los vehículos durante su camino. En Suiza apostaron al primer estacionamiento sustentable de madera, con paneles pefabricados, vigas de madera contrachapada y Glulam, y una capacidad histórica para 2.000 autos.
Más al norte de Europa, los daneses apostaron por una serie de estaciones de carga sostenibles (y muy rápidas, de 15 minutos) para vehículos eléctricos para Escandinavia, con la primera a lo largo de la autopista E20 en la ciudad danesa de Fredericia.
En tanto, como un centro de edificios y vías de tránsito, en Chengdu, China, optaron por la creación de la estación urbana “JinCheng Plaza”, una estructura de 225,000 m² que albergará una estación de tren, un centro de intercambio, cuatro estaciones de metro y una biblioteca multimedia.
En Dinamarca desarrollaron el puente peatonal “Køge”, de 225 metros de largo, y que conecta trenes de alta velocidad, locales y la autopista más transitada de esa nación, en la región de Copenhague.
Estas vías de movilidad sustentables incluyen puentes construidos sin tornillos y ensamblados por robots, como el proyecto presentado en 2017 por el arquitecto Diego Poblete. Con este proyecto se construyen puentes de entre 4 a 12 metros den menos de 15 minutos y se estima que podrían soportar fácilmente los 500 kilos. El arquitecto dice que “con esto podemos facilitar el trayecto de los niños al colegio en sectores rurales, en zonas en donde los tramos son interrumpidos por ríos o quebradas”.
Pero además hay proyectos a gran escala, como el primer puente flotante de madera que se busca financiar en Nueva York. Esta propuesta, que aún no se concreta, busca conectar Long Island City con Greenpoint y permitiría el tránsito peatonal con áreas verdes y que el puente se abra para embarcaciones grandes. Además, la plataforma subiría y bajaría con la marea, para evitar inundaciones.
Para que se genere un círculo virtuoso de movilidad, con los medios de transporte y las vías hechas con material de madera, hace falta que el combustible también sea sustentable. En países como Estados Unidos ya están trabajando en eso: Investigadores de la Universidad de Maine están convirtiendo la biomasa de los restos de madera en productos “verdes” que sirven como combustible renovable para aviones. De esta forma se reducen los gases de efecto invernadero, contribuyendo a disminuir la contaminación, ya que el sector transporte es uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero en el país americano.
Estas propuestas ya se han utilizado. Por ejemplo, en 2016 voló el primer avión con combustible de madera desde Seattle hasta Washington. El viaje, de cinco horas y casi 4 mil kilómetros, estuvo a cargo de Alaska Airlines. La investigación para desarrollar este biocombustibles duró cinco años, y esperan que futuros estudios permitan llegar a un combustible 100% sustentable.
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