Sebastián Hernández: el arquitecto chileno que desde Alemania desarrolla tecnología para construir en madera

cef6b602835310bdc4820ed89b79b63e

Desde 2009 que el arquitecto chileno y con estudios de posgrado en construcción en madera de la Universidad Técnica de Viena, Sebastián Hernández, trabaja en Europa en el desarrollo de tecnología para construir en madera. Un material que actualmente vive una sobredemanda en Alemania ─donde vive Hernández─, al conocerse los beneficios para el medio ambiente y la salud. Conversamos con él para conocer más de su trabajo en Stora Enso, como también de su noción sobre la industria en Chile. Una que, según su parecer, vive un auge. Aunque muchas veces no nos demos cuenta.

Sus ya 10 años en Europa los asemeja a estar esquiando en una pendiente gigantesca, a una velocidad enorme y donde hay pocas posibilidades de detenerse. “No me imagino el momento en que pueda frenar, porque incluso podría ocurrir un problema, pero así como van las cosas estoy contento de estar en un lugar entretenido y que me permite estar en la punta del desarrollo tecnológico para la construcción en madera”, dice al teléfono desde Augsburg, Alemania, donde reside.

El arquitecto Sebastián Hernández actualmente trabaja en Stora Enso, una empresa sueco-finesa dedicada a la producción de pulpa de celulosa y papel. El chileno pertenece a esta compañía multinacional desde 2017, cuando asumió como desarrollador de negocios de la empresa. Un puesto intermedio entre el área de investigación y de ventas de los proyectos que consideraban a la madera como material de construcción. Hernández estuvo dos años en esas funciones hasta que, en junio de 2019, asumió como Major “R&D Manager Building Concepts”, cuya función es desarrollar tecnología adecuada para combinar sus productos estructurales hechos con madera en distintos tipos de edificios.

Esta relación con la madera surgió en sus últimos años de carrera, donde se enamoró tanto del material como del proceso constructivo que se podía realizar. “Era 2006, una época donde no más de tres por generación nos dedicábamos a la madera. Éramos mirados como hippies, ya que la mayoría se iba por los edificios elegantes, hechos de hormigón o acero, algo que hoy no ocurre tanto, pues la madera es una de las tendencias más marcadas que se ven en las escuelas de arquitectura del mundo”, dice.

Sus inicios laborales fueron como estudiante en práctica, en un proyecto Fondef adjudicado en su misma casa de estudios. Era un proyecto en conjunto con la Escuela de Arquitectura y la de Ingeniería, donde se buscaba un diseño envolvente para viviendas de madera, con el fin de usar pino radiata en su construcción.  “Precisamente ─dice Hernández, de 38 años─, el mismo tema en que he trabajado toda mi vida. Claro, no siempre en Chile, no siempre con pino radiata, pero sí siempre con la misma pregunta: ¿cómo desarrollar tecnología en construcción en madera para que se masifique en la industria de la construcción?”.

En ese proyecto estuvo dos años y luego de titularse como arquitecto, viajó a Austria para realizar cursos de especialización en construcción en madera, impartido por la Escuela de Arquitectura e Ingeniería de la Universidad Técnica de Viena. Luego de esa experiencia consiguió un trabajo en una empresa constructora alemana dedicada a construir proyectos en madera. Su nombre era Gumpp & Maier y prefabricaba y montaba paneles en distintas obras. En dicha institución estuvo por seis años, hasta que decidió cambiar de aires y llegó a Stora Enso.

Sebastián Hernández / S.Hernández

─¿Cómo se reflexiona sobre la construcción en madera en Europa? Dada su experiencia y años en ese continente

─Hay un boom de construcción en madera en casi toda Europa. Es cierto, no podría decir que en todos los países, pero lo que sí existe es un cambio de mentalidad. El ritmo de crecimiento ha sido tan grande que en el sur de Alemania, donde se ubica la ciudad en que vivo, la industria maderera no está siendo capaz de satisfacer la demanda. Nosotros estamos sobrevendidos hasta el próximo año y nuestros equipos de ventas se dedican más a rechazar proyectos que a conseguir nuevos.

─¿En qué tipo de proyectos se emplea más este material en Europa?

─Son bastante variados, pero yo diría que la mitad son proyectos residenciales y muchos de estos, viviendas unifamiliares. Sin embargo, también hay espacio para proyectos grandes, como edificios de oficinas, colegios, jardines infantiles, etc.

─¿Y cuáles son los principales motivos para hacerlos de madera y no de hormigón o acero?

─Principalmente, por la sensibilidad ante los problemas ecológicos. Es una tendencia marcada y no solamente referida a la protección del medio ambiente en general, sino que también hacia los productos más sanos para nuestra vida. Siempre digo que puede ser cuestionable, pero hay estudios que comprueban que un lugar construido en madera es más sano por el hecho de ser natural. Las personas se relajan, se concentran mejor y, por ende, pueden ser más productivos.

─¿Por qué explotó el mercado con respecto a la construcción de viviendas o proyectos residenciales?

─Hace 10 años estaba bastante maduro el tema de la vivienda unifamiliar y no necesariamente como algo más económico, pues en sus inicios estaba pensando para quienes pertenecían a un sector medio o alto. La madera no era competitiva por su precio, pero cuando se dieron a conocer las características positivas del material, tuvo otra mirada. El mercado creció al igual que la idea de que construir en madera era necesariamente algo de mejor calidad. Eso cambió radicalmente la imagen histórica que se tenía, dejando atrás esa noción de “segunda clase”.

─¿Es una gran diferencia con lo que ocurre en Chile? 

─El proceso en Europa se parece mucho al que se vive en Chile en este minuto, lo que pasa es que acá, como te dije, ocurrió hace 10 años. Lo que se ve ahora en Chile es que muchos están interesados en construir “más en alto”, con proyectos más grandes y ambiciosos. Claro, en Alemania se desarrolló con mucha más fuerza el mercado de las viviendas. En Chile también es alto, no tengo el número exacto pero se conoce que va entre el 15 y el 20 % de las construcciones. Además, y sobre todo después del terremoto del 2010, hubo un boom de empresas prefabricadoras. Si vas al sur de Chile, notarás una cantidad enorme de sus letreros al borde de las carreteras.

Edificio de Stora Enso / World Business Council for Sustainable Development

─¿Cómo se trabaja ese boom, que ve tanto en Chile como en Alemania, con respecto a los prejuicios que se tienen con la construcción en madera? Quizás el más típico es el tema de la combustión

─Acá hubo y siguen existiendo prejuicios bastante fuertes, más que nada por razones históricas. Durante la Segunda Guerra Mundial se construyeron viviendas y alojamientos de emergencias en madera, los que eran de una pésima calidad. Eso provocó una mala imagen hasta el día de hoy, aunque ese no es el único punto. Todo esto viene de la mano con el desarrollo de la industria del hormigón y el acero, que aparecieron como materiales más modernos. Es común que el que construye en madera se haga la pregunta de que si verdad quiere hacerlo o no, para luego preguntarse si lo puede pagar, pero todo ese cuestionamiento va relacionado a la sensación de que es un producto mejor. Por ende, más caro.

─¿Y es así? ¿Es real la relación precio-calidad?

─Absolutamente. La construcción en madera es un poco más cara y es de mayor calidad que una construcción de ladrillo estándar. La aislación térmica y la estanqueidad son beneficios que vienen de la mano, algo que no ocurre con el hormigón. Al comparar viviendas, estos factores pueden ser determinantes al momento de elegir.

─Me imagino que en ese análisis se considera que hoy el consumidor está más informado sobre las bondades del material. O por lo menos más que antes.  

─Sí, la verdad es que el consumidor de acá está muy informado y no solamente en temas de madera, sino también sobre aislación térmica, eficiencia energética, etc. La mayoría tiene una noción, a veces más informada que otras, sobre la calidad de lo que se construye. Eso es muy distinto en Chile, donde existe una obsesión con el precio, como si no importara nada más. En Alemania, y puede que exagere aunque en realidad no tanto, existe un mayor interés en la calidad que en el precio. La mayoría está dispuesta a pagar un poco o más por un producto de mejor calidad lo que, reitero, va desde los zapatos hasta la bicicleta, el jardín infantil de tu hijo o el tipo de construcciones. No me cabe duda que un alemán está dispuesto a pagar más por un colegio construido en madera.

─Ya lo mencionó pero me gustaría ahondar un poco más en cómo ve a Chile con respecto a la construcción e innovación en madera. 

─Chile va muy bien en el desarrollo y construcción en madera, con un ritmo enorme pese a los prejuicios y a esa idea de que nada se puede hacer. Efectivamente, puede que en muchas cosas vayan retrasadas, pero también veo que en otras van muy rápido, sobre todo con instituciones muy competentes. Puedo destacar a la Universidad Católica, a la Universidad de Talca, a la USACH, la Universidad de Concepción, la del Biobío, solo por nombrar algunas.

─¿Nos damos cuenta de esa rapidez que menciona?

─Es que todo lo nuevo que se haga en Chile con respecto a la madera era impensado hace tres o cuatro años. Entonces, creo que nos damos cuenta de eso, pero hay también aspectos culturales de los chilenos que pueden detener las cosas, como quedarnos pegados en lo que falta, en lo que no hemos hecho, en lo avanzados que están en Suecia, Alemania o Finlandia. Lo malo de todo eso es que nadie se da cuenta de que el camino recorrido es fantástico. Sin embargo, también me da la sensación de que es bueno que sea así, porque como que empuja, picanea a que nos movamos más rápido.


Escrito por Marcelo Salazar Medina
Fotografía principal cortesía de Pinterest
Compartir en Facebook
Compartir en Twitter
Compartir en LinkedIn
Compartir en Pinterest
Compartir en correo
Traducir »