27 de Febrero, 2020
Cada una de las seis muñecas Alma corresponde a un sentimiento diferente (miedo, dolor, vacío, amor, enfado y seguridad) y es diseñada para ser utilizada como parte de un plan de terapia.
Con este método, del cual fue pionera la psicoanalista Melanie Klein en la década de 1930, los niños son alentados a trabajar sobre sus experiencias a través del juego en lugar de utilizar la vía de la conversación, mientras son guiados o supervisados por un terapeuta.
“Juguetes, y no palabras, son el lenguaje de un niño”, explicó Nusboim. “Jugar con un juguete provee de una distancia psicológica segura de los problemas privados del niño y les permite experimentar pensamientos y emociones en una forma adecuada para su desarrollo”.
“El terapeuta puede observar las elecciones que hace el niño, como qué juguetes eligen, la forma en la que juegan o el concepto del juego, y a través de ellos, el terapeuta puede aprender sobre el estado mental y emocional del niño”, continuó la diseñadora.
Pero a pesar de que esto es un método que está establecido en la psicología pediátrica, Nusboim descubrió que la práctica todavía recae más en juguetes genéricos que en aquellos específicamente diseñados para el propósito.
Así que, a lo largo de un año, trabajó con siete psicólogos infantiles y diferentes niños para probar los prototipos para crear un set de muñecas que contribuyeran activamente al proceso terapéutico.
Una de las más importante moralejas fue que los juguetes necesitaban ser lo suficientemente interesantes para jugar con ellos, a la vez que lo más abstractos posibles para permitir a los niños proyectar sus propios sentimientos y pensamientos en ellos.
“Todas las muñecas están abiertas a la interpretación, que dependerá del trasfondo del niño y el método de tratamiento”, dijo la diseñadora y graduada del Shenkar College.
“Los terapeutas me explicaron que los niños se ven a sí mismos en las muñecas, así que decidí expresar las variadas emociones posibles que pudieran sentir utilizando diferentes materiales”.
Cada juguete está hecho de madera de arce pulida, un material cálido y gentil que contrasta con las incrustaciones de silicona en juguetones colores y texturas.
La muñeca del amor, por ejemplo, consiste en dos esferas, una más pequeña apilada encima de otra más grande y separada por un collar rosa y suave.
“Representa el deseo por un abrazo, por el toque humano”, dijo Nusboim a Dezeen.
“Es inesperadamente pesada, lo que habla de un sentimiento por la estabilidad, mientras que la parte flexible está diseñada para animar el tacto y la caricia, y eso podría acarrear que el niño sienta cercanía a la muñeca”.
Mientras tanto, la muñeca del enfado se expresa a través de una forma pequeña y comprimida para sugerir una rabia embotellada, con una red de espinas rojas sobresaliendo de su cuerpo como si empezaran a liberarse.
“Este contraste de materiales pueden ayudar a los niños a entender que ellos, como las muñecas, están compuestos de experiencias positivas y negativas y que no hay nada malo en eso”, continuó Nusboim.
Actualmente, Nusboim fabrica cada muñeca ella misma, cortando y grabando la madera utilizando un torno y fresadora, y antes imprimiendo la silicona en 3D. Pero espera que pasar a una manufactura industrial en el futuro para que tengan mayor disponibilidad.
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