18 de Marzo, 2020
“Mi abuelo alemán era carpintero, mi padre científico, pero también carpintero. Esto es una cosa que traemos en la sangre. No tiene una fecha de inicio, toda mi vida he estado relacionado a la madera. Como hobby y a veces como negocio”, explica Edgardo Buk, argentino que lleva 20 años viviendo en Chile. Es licenciado en marketing internacional, pero trabaja como gerente de la filial sudamericana de Compass, una empresa australiana de turismo aventura y expediciones en moto. Lleva 15 años a cargo de las operaciones en Chile y dice conocer bien el país “de norte a sur”.
En marzo del 2019 comenzó el proyecto de las tablas de madera: “En un tour un cliente me convenció. Me dijo que estaba entretenido esto de los tours, pero que lo que estaba haciendo en madera era mejor”, detalla Buk.
“Ahora estoy más enfocado en el taller. Quiero dedicarme más a las tablas de madera”, señala. Desde el año pasado está en su actual taller ubicado en Casona Raulí, un coworking de la calle Raulí 570, en una antigua zona carpintera de Santiago. En cuanto a sus experiencias previas con madera, hace un par de años fabricó “unas cajas de alta gama” para los vinos argentinos Icon, específicamente para los tamaños de 1500 y 3000 ml.
Este proyecto de las tablas de cocina lo está llevando a cabo junto a José Pedro Molina, ingeniero mecánico y socio fundador de Madera País. Es autofinanciado, gracias al dinero que Buk ha ido juntando con su empresa de tours y de los encargos de muebles y tablas de madera. “Las tablas ya las tengo desarrolladas para fabricarlas en cantidad. Es un trabajo artesanal básicamente porque esto no se puede hacer de forma muy industrial. Pero ya lo tengo bastante desarrollado para cumplir con pedidos grandes. Hasta ahora me he enfocado en pedidos a Estados Unidos y Australia. Por ahora no tengo forma de cubrir mayores ventas aquí en Chile”, plantea.
La marca, Kub, es su apellido al revés. “La verdad es que la marca sigue siendo Buk, pero los nick de las páginas estaban todas ocupadas. Ya saldrá más clara la imagen. El sitio web continúa en construcción, al igual que el contenido de Instagram”, agrega.
Edgardo Buk siempre ha trabajado con maderas que provienen de la industria del vino: “Tengo bodegas allá en Mendoza y tengo un stock importante de toneles, o barricas para guardar vino. Me traigo toneles de 6 metros de alto y 3 pulgadas de grosor. Son de roble francés principalmente, pero también hay vilaro. Maderas que fueron usadas para el vino durante 150 años”. En el caso del roble francés, el material presenta dos coloraciones: la parte interior que tuvo contacto con el vino es más oscura, y el exterior es más amarillo.
Para la protección de la madera ocupa Top Oil. Le da vida a la madera, color, la mantiene protegida de la humedad”. Dicho producto está compuesto por cuatro aceites distintos de plantas y dos ceras. “Todo eso se combina. El aceite penetra, humectándola y dándole propiedades. Y la cera cristaliza la superficie y te deja esa película interna, que permite que la madera tenga contacto con alimentos”, explica Buk.
Respecto al proceso de fabricación, “se usa de todo, porque en carpintería se aplica máquina y herramientas manuales. Yo tengo algunas que eran de mi abuelo”. “Preparo las tablas, las cepillo, la corto en los ángulos que hay que cortarlas. Voy armando los paquetes, los triángulos con distintos colores y orientaciones. Después esos triángulos se cepillan de nuevo, se juntan y componen un hexágono. Ese hexágono prensado, que tiene cinco piezas, da un total de 30 piezas. Luego, ese hexágono se corta como si fuese un fiambre y después sobre un plano combino los trozos y se vuelve a prensar. Finalmente viene la terminación: el corte, el cuadro, el canal, el pulido. Y por último el Top Oil”, detalla Buk.
Las medidas disponibles de las tablas de madera son 20 cm x 25 cm, 20 x 30, 25 x 45, y la tabla de asado grande de 50 x 70. El grosor varía entre los 3 y 4 cm. “Estas tablas aspiran a estar más visibles dentro de la casa. No solo guardadas en la cocina”, dice.
Previo a la consolidación de la marca, lo que ha hecho es fabricar los encargos específicos de sus clientes, principalmente turistas norteamericanos y australianos. “Siempre de tour en tour estoy haciendo algún mueble de alta gama. Han visto algunos ejemplares de mis tablas y me han llegado a encargar hasta un piso en madera para un yate”, recuerda.
En cuanto a sus compradores extranjeros, Buk recuerda a una turista de estadounidense que un tour de diciembre del año pasado por la Carretera Austral le comentó que llevaba “años buscando tablas de madera, pero que en el mercado estadounidense no lograban un gran estándar”.
Otra de sus motivaciones en la clientela norteamericana es “entrar en economías de escala y poder bajar el precio al mercado local. El mercado chileno, a diferencia del estadounidense, no va a pagar 1000 dólares por una tabla de cocina”.
Sobre sus proyecciones para este año, comenta que “la idea es poder llegar a hoteles y restoranes de alta gama y cubrir un poco ese mercado que seguramente no ha tenido oportunidad de conocer un producto así”.
También le gustaría impartir a fin de año un taller abierto a la gente para enseñar a fabricar en madera, junto a su socio José Pedro Molina. “Sería interesante dirigir el taller a niños y niñas para que así puedan abrir su mente y potenciar su creatividad y habilidades manuales”, concluye Edgardo Buk.
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