20 de Marzo, 2020
En un semestre de 2013, el arquitecto de la Universidad de Talca, Cristian Palma Ramírez, realizó un intercambio académico en su proceso formativo en la Universidad de la República (UdelaR) en Montevideo. El arquitecto generó un fuerte vínculo, tanto académico como social, con la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la UdelaR, lo que se concretó en la invitación a participar como docente a un taller extracurricular.
Este curso, como parte de las actividades de extensión y vinculación con el medio de la UdelaR, consistía principalmente en trabajo comunitario como la construcción de plazas, parques y en intervenciones públicas, entre otros.
Fue así como en agosto de 2018, participando en el curso, llegó hasta sus oídos el nombre del Parque Público Punta Yeguas. Se trata de un parque de 113 hectáreas que diversas organizaciones vecinales de Montevideo lograron que fuera recuperado para el uso público. Estas llevan años desarrollando una experiencia de cogestión del parque con la Intendencia, rescatando el valor que posee como espacio público-natural.
El curso se llamaba Curso de verano PPPY19 y comenzó su planificación académica en el segundo semestre de 2018 para culminar con una experiencia constructiva en febrero y marzo de 2019. “Partió principalmente de una motivación de un grupo de vecinos que buscaban rescatar un área de parque costero para el uso público, como humedal protegido. Salvar un parque, el que además se alineaba con las actividades de extensión propias de la universidad”, explica Palma. Un aspecto que destaca el arquitecto es que “los uruguayos tienen mucha cultura social, un buen funcionamiento de las instituciones, de juntas de vecinos y grupos de colaboración”. Por ende, el objetivo de este proyecto era construir “un espacio dentro del parque público, para que los vecinos, nucleados en el espacio de cogestión del parque, pudieran reunirse, desarrollar tareas educativas y tomar decisiones del parque y otras actividades comunitarias”.
La Intendencia de Montevideo financió la construcción del prototipo, el que se definió por estudiantes y docentes de la FADU junto a vecinos , en una experiencia de intercambio de saberes, entre la Universidad y el medio. Al finalizar el segundo semestre de 2018, la asignatura de construcción contaba con 13 propuestas de diferentes materialidades y propuestas ligadas a los enunciados de proyectos sustentables y bio-construcción.
Desde el 25 de enero al 23 de marzo de 2019, se llevó a cabo el curso de verano PPPY19, donde el equipo —compuesto por cuatro docentes, 20 vecinos y 30 estudiantes— reelaboró las propuestas llegando a dos anteproyectos finalistas y construyó un prototipo a escala real de las posibles tecnologías seleccionadas para la construcción de un Salón de usos múltiples para la comunidad. El prototipo se construyó durante el curso generando un equipamiento de puesto de bienvenida al parque.
Además de Palma, el equipo docente lo integraron el arquitecto Ariel Ruchansky, como docente encargado del curso; Valeria Esteves; Carla Carena; y Jessica Mesones. Además de tres docentes asesores de la FADU: Alejandro Ferreiro, profesor de arquitectura en tierra, Eduardo Brenes de sistemas de saneamiento alternativo y Pier Nogara de madera.
Para la etapa de ajuste final del Salón de Usos Múltiples (SUM) como anteproyecto síntesis y proyecto ejecutivo, se convocó a estudiantes avanzados que hubiesen participado de las instancias anteriores del curso, seleccionando a Sofia Santín, Iara Sosa, Tobías Esperón, Diego Cedrés, Agustín Gadea y Santiago Maubrigades, bajo la responsabilidad de los docentes Palma y Ruchansky, para elaboración del proyecto ejecutivo. Además se contrató al arquitecto Klaus Mills, como especialista en cálculo estructural.
Actualmente, el prototipo está construido y el proyecto del Salón de Usos Múltiples se encuentra en fase de licitación. Se espera que la construcción definitiva comience en septiembre de 2020, y que se puedan generar nuevas instancias educativas durante su construcción.
Sobre la construcción del prototipo, tiene una superficie total de 20 mts2. En la parte superior del techo se encuentra la “cubierta verde” compuesta por bandejas “Verde fácil” con geotextil, 10 cm de tierra mejorada y vegetación autóctona extraída del parque.
El techo verde es soportado por paneles OSB de 15 mm, los que están atornillados a una estructura de vigas de madera de pino con tratamiento CCA de 2 x 4’’ fijas con tirafondos. Todo esto sobre una quinta capa que consiste en una estructura cajón de madera de pino con tratamiento CCA de 2 x 6’’, aislada en su interior por una barrera plástica para evitar filtraciones.
Posee cuatro tipos de paneles de muros. El primero es de panel ZIP revestido con madera de pino tinglada interior y chapa oxidada exterior. El segundo es de adobe revestido interior y exteriormente con revoque fino. El tercero es de fajina revestido interior y exteriormente con revoque fino. Y el cuarto panel es de woodframe revestido con madera de pino machimbrado y madera quemada exterior. Dichos muros son delimitados por unos marcos que consisten pilares dobles de madera de pino tratada con CCA de 2 x 6’’ y vigas dobles superiores de 2 x 8’’ y soportes para estructura de cubierta de 2x 4’’, armados con bulones y tirafondos. El piso está compuesto de tablas deck madera de 1 x 4’’ fijas con tirafondos a vigas de madera de pino CCA de 2 x 6’’ fijas con bulones a herrajes. El piso y los marcos se unen gracias a soportes de planchuela metálica de 8 mm con pintura para exterior.
Esta experiencia educativa, explica Palma, tuvo como objetivo “promover la inclusión curricular”, es decir, que desde la formación universitaria se potencie el rol social en los estudiantes. También, la aproximación a métodos constructivos sustentables, en donde se desarrolló “un prototipo que combina tecnologías con tierra y madera”. Otro aspecto que destaca Palma es que este curso electivo permitió la participación ciudadana. Los vecinos, además de poder hacer válida su opinión frente a un proyecto de carácter público, también aprendieron sobre construcción y sustentabilidad.
“Chile es un país bastante avanzado en el ámbito maderero, y junto con Brasil son referencia regional. La normativa que se usa en Uruguay se basa en gran parte a chilena. Hay docentes de la UdelaR que se han formado en la Universidad del Bío-Bío”, explica el arquitecto de la Universidad de Talca.
En Uruguay, a nivel de producción nacional lo que más presencia tiene es el pino y eucaliptus. Respecto a la certificación y uso estructural “se está avanzando mucho, pero sigue en proceso”. Palma señala que en el país sigue habiendo predominio de las materialidades tradicionales (como el acero, hormigón y ladrillo) porque “hace un par de años era como que no se podía de construir en madera, para la sociedad no era un material “sólido”, construir una “casa sólida” se hacía referencia a mampostería y ahora se ha ido ganando terreno tratando de cambiar el paradigma”. Esta situación recae en la certificación: “La gente no se ve a arriesgar con algo que no conoce y las instituciones no cuentan con las herramientas válidas de control”.
Sin embargo, destaca que desde la academia se está potenciando con fuerza el uso de la madera: “Hay mucha investigación y profesores dedicándose especialmente al tema. También se están trayendo arquitectos desde afuera con esa expertise. Además, se está ampliando la gama de cursos prácticos para los estudiantes y se están motivando a proyectar con ella”. Gracias a su experiencia, dice Palma, quien es hijo de carpintero, varias veces le han pedido su opinión en temas como norma y eficiencia.
Cristian Palma trabajó tres años en Santiago, en la firma Rodrigo Ferrer Arquitectos, donde participó en el equipo de diseño en aproximadamente 15 proyectos de diferentes solicitudes programáticas. “Agradezco bastante la experiencia en el estudio”, dice. Tiene 29 años, es oriundo de Santa Cruz, Región de O’Higgins, y decidió irse a estudiar a Talca, para después mudarse a Uruguay. “Las ganas de ejercer en un contexto distinto, en una realidad donde nadie te conoce, son pruebas profesionales: te incitan a perfeccionar y a que te evalúen por tus logros y la forma en la enfrentas la arquitectura. Todas esas decisiones importan”, reflexiona. Aún no tiene pensado regresar a Chile, por lo que seguirá en su puesto de docente en Uruguay, donde generosamente le abrieron las puertas de la FADU, para desarrollar la docencia. “Ahora, con la experiencia laboral y profesional, es muy enriquecedor poder entregar herramientas que no tuve a los estudiantes”, dice.
Con este proyecto, el equipo compuesto por vecinos, estudiantes y docentes de la FADU obtuvo el tercer lugar en la edición 2019 de Arquisur en la categoría de extensión, en Bello Horizonte-Brasil. La experiencia educativa se presentó en Oaxaca-México en Siacot, en el Clem, en Montevideo y estaba prevista su presentación en Santiago, en el Augum.
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