22 de Abril, 2022
Siempre que se habla del cuidado del planeta y de cuánto afectan las emisiones de carbono en el medioambiente, el problema se produce cuando existe una dicotomía entre el mensaje y las iniciativas para combatirlas.
Sin embargo, en Barcelona ocurre la coherente sinergia entre opinión y acción, pues a través de un innovador proceso de licitación promovido por el ayuntamiento de dicha ciudad —mediante el Instituto Municipal del Habitat y la Rehabilitación de Barcelona (IMHAB)—, se introdujeron dos criterios adicionales para evaluar proyectos de vivienda social; las emisiones de carbono asociadas con la construcción y los plazos de ejecución de la obra. Así, indirectamente, estos requisitos apuntaron hacia propuestas prefabricadas y a materialidades como la madera maciza industrializada, los cuales permiten acortar los tiempos de edificación y poseen huella de carbono negativa. Es así como hoy se trabaja en el edificio en madera más alto de Cataluña.
Según cuenta el español Daniel Ibáñez —arquitecto del proyecto ganador junto a Vicente Guallart, doctor de la Universidad de Harvard y CEO del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC)—, el plan “consiste en una promoción de 40 viviendas sociales dispuestas en ocho alturas, más un equipamiento en planta baja situado en el barrio de San Martí, en el centro de Barcelona. El edificio propuesto dispone de tres fachadas exentas y una cuarta en medianera, rematando un bloque urbano existente. La planta tipo dispone de cinco viviendas organizadas alrededor de un patio de luces y el núcleo de comunicación. Además, todas las viviendas disponen de unas grandes terrazas pensadas como una manera de dotar de espacio exterior privado a cada una de las viviendas, algo particularmente importante en este reciente periodo de pandemia”.
Algo aparentemente sencillo, como la innovación en los criterios de evaluación, permitirá construir el edificio de vivienda social hecho con madera contralaminada más alto de la zona y, hasta la fecha, de toda España.
Como se dijo, las cualidades ecológicas de la madera fueron uno de los factores para decidirse por esta materia prima a la hora de zanjar esta propuesta en Barcelona. Y si bien es cierto que existen otros sistemas de prefabricación que podrían lograr plazos de ejecución similares, todos ellos vienen derivados de procesos de producción intensos en combustibles fósiles, los cuales son incapaces de asemejarse a los atributos del mencionado elemento.
“El CLT es un material idóneo para proyectos de esta naturaleza”, introduce Ibáñez. “Por un lado, en tipologías de vivienda, funciona especialmente bien por la compartimentalización de las estancias, permitiendo que un muro de CLT de grosores razonables haga las labores de muros en ambas direcciones de la modulación. Por otro lado, la construcción con CLT permite un grado de prefabricación elevado, acortando los plazos de ejecución, que es un criterio fundamental del proyecto. Y, finalmente, porque el CLT es un componente constructivo compuesto fundamentalmente por la fijación de carbono atmosférico, creando una generación de edificios que funcionan como depósitos de CO2 a largo plazo. Una función ecológica fundamental para los retos del cambio climático a los que nos enfrentamos”.
Además de estas razones, el arquitecto comenta que la prefabricación en madera ofrece otra serie de importantes ventajas, tales como el control y la precisión en obra, la rapidez de ensamblaje, la prevención de riesgos y la reducción de la polución, así como también de la contaminación acústica. A esto, se suma que este tipo de iniciativas abren la puerta a vidas posteriores, una vez que se completa el ciclo de vida del edificio, pudiendo recuperarse y reutilizarse gran parte de los elementos estructurales.
Lamentablemente, según cuenta Ibañez, y debido a la normativa actual de protección contra incendios, no está la posibilidad de exhibir la madera en el interior de este proyecto debido a diferencias económicas muy grandes. Y pese a que en su mayoría son revestimientos, la edificación ofrece instancias donde disfrutar de este cálido material, tales como las terrazas, las pasarelas interiores, las escaleras y los accesos.
Uno de los propósitos importantes que involucra la puesta en marcha de esta obra, es contribuir a una nueva generación de edificios ecológicos, sobre todo en su rol como depósito de CO2. Para ello, toda la estructura, incluidos los núcleos de comunicaciones, se construyen con madera maciza industrializada. Un material natural, reutilizable, reciclable y capaz de secuestrar carbono. Además, otro rasgo sumamente interesante, es la apuesta por la autogeneración de energía, alimentos y objetos. Para ello, en cubierta, se dispondrá de un invernadero vertical para la producción de vegetales y en la planta baja se incluirá un laboratorio de fabricación, el cual está pensado para que los usuarios puedan crear sus propios objetos domésticos.
Ante esta sustentable nueva forma de concebir los proyectos, también debe existir una constructora que quiera sumarse a esta propuesta. Metodología que, además de tener una visión y un plan superior, apunta a la creación de conciencia al momento de encarar faenas de este tipo. La pregunta, entonces, sería: ¿por qué invertir en un proyecto que tenga a la madera como su principal materia prima?
Desde la constructora Sorigué, empresa a cargo del proyecto, señalan que han trazado sus líneas de negocio basándose en un futuro sostenible, apostando por la sensibilización ambiental mediante la construcción con CLT que, dicho sea de paso, les ha otorgado importantes beneficios.
“La madera no sólo nos permite construir con un material renovable, reciclable y reutilizable, sino que además nos ofrece agilizar el proceso de construcción y llevarlo a cabo con una muy elevada exactitud. Otra de las ventajas que nos brinda el CLT es el excelente rendimiento higrotérmico frente al del hormigón. Todo ello, en conjunto, nos proporciona una importantísima reducción de la huella de carbono, quedando más que justificada la apuesta por este tipo de proyectos”, expresan desde Sorigué.
De hecho, que el edificio sea el más alto de Cataluña destinado a viviendas, permite evidenciar que el CLT ofrece una mejor respuesta en su comportamiento estructural, debido a una mayor continuidad en la transmisión de cargas. Prueba de ello son las construcciones de hasta 18 plantas en el Norte de Europa; sin dejar de mencionar que el material también concede a los arquitectos la posibilidad de desarrollar fórmulas geométricas, como las que se aprecian en el Pabellón “The Smile” en Londres o el “Chicago Horizon”, a orillas del lago Michigan.
Respecto a la posibilidad de que otras inmobiliarias apuesten por este tipo de iniciativas, desde Sorigué señalan que consideran fundamental entrar en la órbita de la construcción sostenible. Y no sólo porque apuesta a un mejor futuro, sino que también porque se empieza a ver necesaria la configuración de departamentos específicos que vayan en esa línea.
“Lo imprescindible para hacer realidad este cambio radical de modelo es que lleve aparejado unas inversiones de los primeros agentes: los promotores/grupos inversores deben ver en este tipo de edificios una oportunidad de futuro a todos los niveles, pero también los gobiernos estatales y regionales deben tener muy en cuenta la reserva de partidas presupuestarias para la adjudicación de subvenciones para todos los intervinientes en este proceso; sin olvidar a los responsables de la guarda y custodia de los bosques, a los aserraderos… A pesar del largo camino que nos queda por recorrer, es indudable que estamos creciendo en una línea ascendente y satisfactoria a nivel del número de obras gobernadas por este material”, indican.
En cuanto a los plazos —actualmente llevan diez meses de etapas elaborativas básicas y de ejecución—, el proyecto se llevará a cabo en menos de 13 meses. Para ello, la idea es partir a finales del verano en Europa, lo que posibilitará que esté completamente construido en octubre de 2023.
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