La evolución de la construcción en madera en Chile

Presentación del arquitecto Pablo Altikes en Seminario Semana de la Madera 2025

Durante la Semana de la Madera 2025, el arquitecto Pablo Altikes —doctor en patrimonio moderno y megaestructuras por la Universidad de Sevilla, fundador de Docomomo Chile y autor de múltiples publicaciones sobre arquitectura— expuso una mirada histórica sobre el desarrollo de la construcción en madera en el país. La conferencia recorrió casi tres siglos de obras, desde las primeras iglesias en Chiloé hasta los proyectos contemporáneos que hoy circulan y son relevados en plataformas internacionales.

El relato del arquitecto partió en Chiloé, donde a inicios del siglo XVII la evangelización se construyó, literalmente, desde la madera. Altikes recordó las iglesias de Castro, Aldachildo y Tenaún como testimonios de un ingenio que resolvió largos trayectos y escasez de metal mediante ensamblajes de tarugos. Se trataba de templos que sostenían tecnologías adaptadas a un territorio extremo, demostraciones tempranas de que la madera-en este caso endémica- podía sostener grandes estructuras, cultura y a la nueva comunidad.

Iglesia Tenaún, Isla Grande de Chiloé – Imagen de Monumentos Históricos 

La narración de Altikes avanzó luego hacia Iquique, donde la construcción del eje Baquedano se levantó con madera traída en los barcos salitreros. El orador mostró cómo ese asentamiento urbano, levantado con pino oregón de lastre, logró consolidarse y resistir en un clima radicalmente distinto al de Chiloé. La madera, nuevamente, asumía otra forma, otro contexto y otro uso, sin perder eficiencia estructural.

Sewell apareció como el siguiente hito en la historia. Para el arquitecto, la ciudad minera emplazada a más de dos mil metros de altura representa un argumento irrefutable. Edificios de hasta siete pisos en sistema balloon frame, instalados hace 120 años, han sobrevivido grandes sismos y amplitudes térmicas que ponen a prueba cualquier sistema constructivo. “No es un material noble, es un material que dura, que es resistente”, insistió.

Fue a partir de estas tres escenas —Chiloé, Iquique y Sewell— que Altikes introdujo el concepto de paradigmas en “momentos que han sido icónicos en la historia de nuestro país”, en el sentido de un ejemplo a seguir, señaló.

Sewell – Imagen Fundación Sewell

Salto al Siglo XX

El salto estético y tecnológico llegó en los años sesenta con el Grupo TAU. Al narrar la experiencia de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Chile, Altikes subrayó el atrevimiento de construir la primera viga laminada del país, pieza que era viga y pilar al mismo tiempo y que incorporaba pegamentos, curvaturas y cálculos estructurales inéditos. La obra, hoy afectada por falta de mantención -según sostuvo- inauguró un modo completamente distinto de pensar la madera, ya no como recurso tradicional, sino como tecnología en evolución.

La experimentación continuó un año después en el complejo que hoy ocupa la Academia de Guerra, donde las vigas laminadas convivieron con pilares de araucaria. El arquitecto explicó que ese proyecto instaló la idea que la madera puede mostrar simultáneamente origen y tecnología, tradición e innovación, sin necesidad de ocultar ninguna. Fue otra pieza fundacional para entender cómo el material podía transformarse en lenguaje arquitectónico.

El expositor no omitió la pausa que trajo la crisis económica y política de los años setenta y buena parte de los ochenta. Sin embargo, para él, esa quietud terminó por gestar una generación que irrumpiría con fuerza en los noventa. Con la apertura internacional, la casa de Matías Klotz en Tongoy se transformó en un gesto decisivo. Levantada en pino radiata y concebida como segunda vivienda, demostró que la madera podía ser también un vehículo para la arquitectura contemporánea, alcanzando difusión internacional y posicionando a Chile como referente emergente.

Viga laminada más antigua en Chile – Imagen gentileza U. de Chile  

La década se consolidó con el Pabellón de Chile en la Expo Sevilla 1992, de José Cruz Ovalle y Germán del Sol. Altikes recordó que el edificio se montó en Santiago como un mueble y viajó a España para ser reensamblado, lo que permitió mostrar al mundo el potencial de la prefabricación, la curva y la madera laminada. “Ahí la industria se replanteó todo”, comentó. El pabellón, sumado al triunfo de Cazú Zegers con la Casa Cala en Buenos Aires, abrió definitivamente la puerta a un lenguaje donde diseño, técnica y territorio avanzaban juntos.

Construcción en madera del siglo XXI

El relato se desplazó luego hacia los años 2000, cuando la arquitectura en madera se vinculó al turismo y a la valorización del paisaje. Las pasarelas de las Termas de Puritama, el recorrido entre quebradas de las Termas Geométricas y la presencia del Hotel Tierra Patagonia de Cazú Zegers en Torres del Paine fueron presentados por el arquitecto como ejemplos de cómo la madera puede producir experiencias, orientar desplazamientos y dialogar con contextos naturales sin competir con ellos. La idea del material como mediador entre cuerpo y territorio fue apareciendo con fuerza.

La transformación de Matanza, en la región de O’Higgins, impulsada por el trabajo de Bresciani, Mannarelli y Batz, permitió mostrar otro fenómeno: la arquitectura en madera como herramienta que incluso puede modificar la vocación de un lugar. Altikes destacó que la playa pasó de ser un borde casi anónimo a un destino reconocido internacionalmente, demostrando que el material es capaz de sostener no sólo obras aisladas, sino nuevas identidades territoriales.

Hotel Tierra Patagonia – Imagen gentileza Cazú Zegers

A partir de ahí, el relato se volvió definitivamente contemporáneo. Altikes describió el edificio CMPC en Los Ángeles -obra de Izquierdo Lehmann junto a Cristian Izquierdo L.- como un ejemplo de arquitectura total, donde la madera estructura, organiza y habla mediante un lenguaje técnico visible. El pabellón de Chile en la Expo Milán, de Cristian Undurraga; la Biblioteca de Constitución, de Sebastián Irarrázaval; las viviendas de Isla Leve, impulsadas por Guillermo Acuña; las townhouses de Cristian Izquierdo L. en El Golf; el jardín infantil Bambú de Gonzalo Mardones; la casa en Navidad de Iván Bravo y la casa con la que Tomás Villalón unió la prefabricación con la producción industrial, completaron un paisaje en el que la madera opera con escalas diversas, desde el interior doméstico hasta el edificio de gran envergadura.

El arquitecto cerró su exposición con la vista puesta en lo posible. Así, al hablar del desafío de masificar el uso de la madera en Chile, fue directo: “el salto hacia lo masivo no depende del material, sino de la normativa”. Para él, el país necesita actualizar la Ley General de Urbanismo y Construcciones y las reglas contra incendios, que obligan a sobredimensionar secciones incluso cuando existen tecnologías para impregnar, proteger y calcular de manera eficiente. “Si Sewell ha resistido casi 200 años en la cordillera, el problema no es la madera”, señaló. Su planteamiento final fue simple y contundente: Chile ya tiene las capacidades técnicas y profesionales; falta que las regulaciones acompañen esa evolución.

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