Entrevista

Tomás Villalón: “Lo interesante del concurso es abrir el debate y saber qué imaginan los estudiantes”

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El arquitecto de la Universidad de Chile es el nuevo director del Concurso de Arquitectura de la Semana de la Madera. Académico en su casa de estudios y en la Universidad Católica, ha dedicado su carrera en la participación de concursos para la ejecución de proyectos, uno de ellos el Teatro de las Artes de Panguipulli, edificio que será construido en madera y que busca generar el menor imparto en el medioambiente.

Asume su nombramiento como un desafío al continuar la tradición del antiguo director del concurso Martín Hurtado. Sin embargo, Tomás Villalón busca instalar su propio sello encausado por la experiencia que le ha entregado su participación en distintas instancias.

-¿Cómo asumes ser el nuevo guía del concurso de arquitectura?

Es un desafío tremendo y muy gratificante que me hayan nombrado ya que el concurso tuvo una brillante dirección de Martín Hurtado. Entiendo que hubo una suerte de búsqueda entre algunos arquitectos y lo recibo como un bonito desafío porque soy un arquitecto que participa mucho en concursos y estar del otro lado me parece una tremenda oportunidad. Conozco lo desgastante que es hacer un concurso y en este caso poder ayudar a los colegas y a los estudiantes para que puedan trabajar de la mejor manera me parece súper interesante como propuesta.

-¿Cuál es la importancia de la Semana de la Madera para las nuevas generaciones?

Es una tremenda plataforma para poder mostrar la arquitectura que se está haciendo en las universidades, para discutir e informarse de los tremendos avances que están teniendo los usos de la madera en el mundo y en Chile. Aparte es una súper bonita experiencia porque es bien transversal desde el lado profesional y académico, al haber exposiciones y charlas es muy integral. Por otro lado me parece un acierto el cambio a un lugar más público y de fácil acceso como el GAM, porque mientras más se acerque a la comunidad es mucho mejor, no solamente a los arquitectos, también para la gente que anda buscando soluciones a problemas habitacionales y encuentra en la madera excelentes productos, técnicas de diseño y soluciones constructivas.

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-¿Qué es lo relevante de instancias participativas y de competición como esta?

Lo interesante del concurso, sobre todo en la época universitaria, es que uno generalmente se está midiendo con sus pares en la universidad y de alguna forma no tiene el termómetro de poder medirse con la gente que está afuera. El concurso permite salir del aula, de las referencias que conoces en la universidad y salir a competir con gente de otros lados, eso desde todo punto de vista es súper positivo porque diferencia del concurso profesional este tipo de concurso oxigena la formación académica y permite medirte con tus pares para saber el nivel en el que estás. Pero por sobre todo saber por qué tu proyecto no fue elegido y cuando uno comienza a tener claridad en esas cosas el proceso se cierra de una manera muy exitosa, tanto para los estudiantes que ganan como para los estudiantes que pierden quienes también aprenden y eso es lo más importantes.

¿Entonces es una experiencia que repercute en la formación profesional del arquitecto?

De partida un concurso es un encargo bastante neto, es un encargo con una ruta precisa y te permite, dentro de ese ámbito, poder diseñar, entablar alguna discusión, proponer algo. No es como por ejemplo cuando en la universidad planteas un tema y muchas veces el mundo académico, que es más flexible, permite discutir otros temas. El concurso es un problema mucho más neto, por lo tanto el primer desafío radica en que de alguna manera tienes que subordinarte a esa condición y tratar de responderla dentro de un margen. En segundo lugar implica una logística que es absolutamente distinta  a un proyecto académico convencional. Es un trabajo colectivo y que involucra un proceso de cierta negociación de los estudiantes, es un proceso mixto entre académicos, estudiantes y muchas veces también participa el mundo de la industria o el área de la ingeniería. Se plantea desde una plataforma mucho más creativa e innovadora posible.

¿Ese proceso de planificación abre paso a una etapa más compleja? 

El tercer punto es efectivamente el concurso mismo, que involucra la logística, seguir pautas de trabajo, entregar una cantidad de láminas, la maqueta, darse los tiempos necesarios para poder confeccionarla. Después cuando entregas, al finalizar el proceso, esa primera parte no concluye, porque con la entrega finaliza esta parte de trabajo de los equipos, pero luego la segunda parte es tan relevante como la primera, que es el concurso mismo. Cuando tienes la oportunidad como participante de ir a ver las entregas de los colegas, ojalá te puedan explicar por qué tu proyecto fue o no, cuáles eran los puntos interesantes de tu proyecto  y cuales no, esta es una instancia súper clave para que los equipos vean sus fortalezas y errores, es una parte formativa. En consecuencia el concurso tiene un montón de plataformas de aprendizaje y puntos de cercanía al mundo profesional, entrega una tremenda cantidad de oxígeno al aula y a la vida.

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– El desafío al que se enfrentan los estudiantes es trabajar con la madera ¿Cómo ha sido tu experiencia al trabajar con este material?

Estamos haciendo el Teatro de las Artes de Panguipulli, el que ganamos por concurso público, donde toda su estructura es en madera. La verdad ha sido fascinante poder establecer una actualización con el mundo de la industria, es increíble el avance que ha tenido en los últimos 5 a 10 años. Desde el punto de vista técnico es un material que tiene una infinita gama de opciones, tanto estructurales como a nivel de revestimiento. Es un material que ofrece un atajo de alguna forma a muchísimos problemas relacionados con sustentabilidad, con ahorro energético, con disminución de la huella de carbono, con soluciones reales y posibles y no necesariamente costosas para temas de vivienda o de infraestructura.

¿Qué rol juegan los estudiantes en este descubrimiento?

Lo interesante del concurso es precisamente abrir el debate, saber qué imaginan los estudiantes y cuáles son las alternativas a futuro,  descubrir qué proyectan los estudiantes desde el punto de vista creativo para poder emplear la madera en sus obras, no solamente con los estándares que hay, sino que eventualmente con otros que se puedan estar desarrollando en el mundo, que pueden ser ventanas de la industria. Precisamente los arquitectos son los que de alguna manera empujan a la misma industria se actualice, a que sea más creativa.

¿Cuál será tu sello como director del concurso?

Me interesa dar continuidad a muchos de los aspectos que considero positivos en este aprendizaje que ha tenido a lo largo del tiempo. Pero como sello me gustaría intentar desde la innovación del material, desde los usos, no necesariamente con los catálogos actualmente disponibles. Por cierto también discutir la manera de cómo se está entregando el concurso, que me parece que hasta ahora ha sido súper exitosa, pero sería bonito darle una vuelta y ver si podemos entregar algunas plataformas para que los estudiantes tengan un feedback útil para ellos. No hay que olvidar que esta instancia es universitaria y que lo que busca fundamentalmente es un espacio para aprender, algo que les permita tener a ellos una claridad de sus proyectos y se lleven un muy buen aprendizaje. Sin duda en mi experiencia los momentos más inolvidables que he tenido es cuando el jurado me explicó por qué mi proyecto fue premiado y por qué no fue premiado. Creo que han sido la experiencia más inolvidable que he tenido porque uno entiende y mejora el proyecto y eso es lo que le tenemos que entregar también a los alumnos que lleguen a la Semana de la Madera.

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