21 de Junio, 2017

Una ciudadela de callejuelas y patios es lo que propone el nuevo recorrido de la Semana de la Madera 2017

Los organizadores del evento apostaron esta vez por construir una verdadera experiencia de visita en donde el imaginario de la fiesta de la madera se renueva gracias a su inédito emplazamiento: el Centro Cultural Gabriela Mistral.

Hasta el año pasado la Semana de la Madera tuvo su epicentro en el Centro Cultural Estación Mapocho, un espacio contenido, de fácil lectura y con una nave única como escenario. En la décima segunda versión de este evento será todo lo contrario, pues se desarrollará en un espacio fragmentado, urbano y abierto a la ciudad, con muchas variables que complejizan su lectura.

Así es el nuevo emplazamiento de la Semana de la Madera 2017, que se realizará entre el 23 y el 27 de agosto en el Centro Cultural Gabriela Mistral.

Este cambio de escenario llevó a los organizadores a repensar la distribución de los elementos al interior del recinto, atendiendo a criterios de sustentabilidad, rapidez y economía de recursos.

Otro aspecto a considerar fue la importancia de la mirada interdisciplinaria en torno a la madera, que a la larga se tradujo en una mezcla programática entre el mundo de los estudiantes y el mundo de la industria, generando una suerte de simbiosis a partir del diseño.

En este contexto, tampoco se podía obviar la convocatoria de este año: “Madera en la ciudad”, una invitación clara a intervenir el espacio urbano con propuestas creativas y con la madera como protagonista.

A partir de estos tres puntos de partida, Madera21 decidió construir una nueva experiencia de visita en donde se renovara el imaginario de la Semana de la Madera tomando en cuenta la cualidad espacial del edificio. “Sabíamos que la espacialidad del GAM era un gran desafío, pero tambien teníamos una clara visión de lo que queríamos”, cuenta Francisca Lorenzini, gerente de Madera21.

El diseño de esta nueva puesta en escena estuvo a cargo de la empresa N.O.T., conformada por un equipo multidiciplinario de arquitectos, diseñadores e ingenieros, además de una red de colaboradores de distintas disciplinas.

Emma Dünner, una de las socias de N.O.T, explica: “Nos propusimos construir una pequeña ciudadela al interior del GAM donde se mezclaran los programas y en donde las distintas unidades constructivas, en su disposición como conjunto, fueran capaces de armar esta ciudadela”, agrega.

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Un plano de callejuelas y patios

En la plaza central y la plaza oriente conviven tres programas distintos: los proyectos del concurso de arquitectura, los auspiciadores y los workshops. Cada uno de ellos corresponde a una unidad constructiva que genera patios y callejuelas según el recorrido del visitante.

Con esto, la zona de concursos de arquitectura deja de ser una “zona” separada del resto, sino que es la unidad del concurso de arquitectura la que genera una nueva espacialidad y es ahí donde se incorporan los auspiciadores por una plaza y los talleres por la otra.

La misma estrategia se repite para los otros programas, la cual se basa en la correcta distribución arquitectónica de los espacios. “La idea fuerza es la unidad entendida como unidad constructiva. Más que el diseño del ladrillo mismo, es cómo el ladrillo es capaz de construir ciudad”, agrega Dünner.

La muestra “Hecho en Chile, hecho en madera”, por otra parte, estará en un espacio expositivo más protegido, al interior de uno de los auditorios, pero entendiendo que es otra unidad constructiva que forma parte de un total.

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Desafíos logísticos

Una de las características del encargo era que las distintas unidades fueran fácilmente montables y desmontables, minimizando los desechos y el impacto ambiental. Por eso, el diseño del montaje contempló, por una parte, elementos prefabricados reutilizados y por otra, elementos diseñados a modo de “flatpack”, es decir, reduciendo su volumen de almacenamiento a partir de un diseño de encajes.

“Si íbamos por unidades complejas, corríamos el riesgo de no lograr una correcta ejecución por falta de tiempo, así que apostamos por algo sencillo que funcionara bien en cualquier situación”, explica Dünner.

Esta opción fue decisiva a la hora de considerar un desafío logístico importante, que es que el montaje de la Semana de la Madera coincidirá con el desmontaje de un evento anterior. Por eso, la rapidez y la flexibilidad eran fundamentales, y con la solución propuesta los distintos componentes de la Semana de la Madera quedarán habilitados en menos de seis días, con la posibilidad de adaptarse sin problemas a las distintas situaciones que puedan surgir.

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Otro tema relevante fue decidir el material a utilizar. “El encargo que hicimos instaba a explorar otros materiales para los soportes además de la madera, pero finalmente terminamos usandola en gran parte de ellos porque no había otro material que respondiera mejor a las necesidades de sustentabildiad y productividad”, explica Lorenzini.

Dünner agrega: “No nos preocupamos por que cada uno de esos elementos tuviera una filigrana de madera detallada, pero sí nos preocupamos de que los patios fueran planos limpios de madera bien ejecutados, que fueran buenos escenarios para lo que se va a presentar. No queríamos competir con el contenido. Queríamos que ese contenido se viera de la mejor manera posible, sin competir con un soporte que impidiera la correcta lectura de los proyectos”.

En ese sentido, la madera funciona no tanto como protagonista sino como escenario para algo que va a ocurrir ahí; es una madera neutra, tranquila, en donde los demás objetos ─también de madera─ brillarán por cuenta propia.

N.O.T (Not Ordinary Things)

Para la empresa de diseño y fabricación N.O.T, la experiencia de pensar la Semana de la Madera ha sido más que interesante y hasta entretenida, con el desafío de coordinar diversas especialidades y tiempos.

Compuesta por Daniel Ortiz, Lorenzo Fuentes y Ema Dünner, esta empresa se caracteriza por su fuerte vínculo entre el diseño y el hacer, con muestras de gran envergadura a su haber como “China, ciudad prohibida” ─en el Centro Cultural Palacio La Moneda─ y “El arte de ser diaguita”, en el Museo Chileno de Arte Precolombino.

“Este proyecto en particular ─que contó con la colaboración de Daniel Aguayo─ refleja harto nuestra formación arquitectónica en cuanto a que el acento está puesto en la organización espacial más que el diseño objetual, a pesar de que hay diseños de objetos interesantes”, concluye Dünner.

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